09/10/2015


De cómo Gardel amó a una boricua

Necesitaba una curandera y encontró una amante. ¿Qué pacto hicieron Gardel y Micaela? Mayra Santos Febres lo imagina en su nueva novela


U

n, dos, tres. El ciclo que empezó con Isabel Luberza Oppenheimer (Nuestra Señora de la Noche) y siguió con Fe Verdejo (Fe en disfraz), cierra ahora con Micaela Thorné. En universos ficticios logrados por la autora carolinense Mayra Santos Febres, las historias de las tres mujeres mostraron el costo que a veces impone entrar a la modernidad según las reglas que dictamina el Nuevo Mundo, del cual no escapa el Caribe.

Micaela vive por y para un personaje famoso. Famosísimo es más justo el adjetivo. Thorné es amante de Carlos Gardel durante una estadía del cantante en Puerto Rico y Santos Febres lo cuenta en La amante de Gardel, nueva entrega editada por Planeta.

A Gardel el seductor, el macho latino que enamora tanto al micrófono como a su audiencia cantando de amores y despechos, lo imaginamos aplicando similares tácticas de seducción con sus admiradoras. ¿Fue difícil crearle una amante en Puerto Rico?

“Tenía tantas…”, cuenta Santos Febres en entrevista telefónica días antes de la celebración del Festival de la Palabra que fundó hace seis años, aún dirige y en el cual presentará su novela el 22 de octubre.

“Gardel se crió en los prostíbulos del Abasto (Argentina), ya a los 14 y 15 años estaba trabajando y sabía de la seducción así que parte de su proceso era ese, tanto en su canción como en su manera de ser. De hecho, tenía varias amantes en Puerto Rico”, indica sobre la voz que alcanzó impresionantes niveles de popularidad con temas como El día que me quieras, Caminito y Mi Buenos Aires querido.

Gardel arribó a la isla en el 1935. En el mundo ideado por Santos tiene una afección que lo mantiene convaleciente en suelo isleño.

“No tenía un patrón”, explica Santos Febres sin querer analizar los gustos íntimos de la gran voz del tango, “eran mujeres distintas porque él mismo representaba mundos opuestos. Era un tipo francés de clase bien pobre que se exilió con su madre en Uruguay y luego en Argentina; una de las razones por las que no se sabe de dónde salió es porque tenía la nacionalidad del emigrante, no era fija. Había que sobrevivir y para eso proyectarse como el gran dandi y latin lover, como el hombre misterioso y malo, tocado por un gran dolor pero a la misma vez muy caballeroso y pulido. Sin embargo, venía del Abasto”.

A Gardel, cuenta la autora, mujeres muy ricas le abrieron las puertas de lugares de prestigio en varios países, incluido Puerto Rico. Pero “él se sentía muy cómodo con mujeres muy pobres porque podía hablar con ellas, conectaba bien con ellas”, destaca Santos la sintonía compartida tras vivencias de necesidad.

“Por eso lo puse en la novela dividido entre dos intereses. No podía dar el corazón a nada ni a nadie porque su mayor ansiedad era el dinero”, dice.

Me da menos miedo meterme con Gardel que con (Pedro) Albizu, por ejemplo”

Esa complejidad de circunstancias y sentires es abono para la ficción, opina la escritora que fue primera finalista del Premio Primavera 2006 que otorga la Editorial Espasa Calpe.

“Es mejor porque los datos no dicen nada”, insiste, “la historia es un tipo de ficción y está menos determinada. Qué se hace sobre una leyenda, sobre una persona que ha dejado de ser persona para ser una representación de las ansias y los deseos de un pueblo y una cultura. Estos personajes son fáciles de novelar porque ya son ficción. Isabel y Gardel ya son ficción”.

Escoger figuras veneradas y retratarlas con un nuevo lente no le causa temor. “Me da menos miedo meterme con Gardel que con (Pedro) Albizu, por ejemplo. Gardel para mi es la presencia de un hombre que entra a la modernidad latinoamericana del Siglo XX. No es lo mismo ser moderno en Europa que acá; para nosotros significaba dejar atrás lo primitivo porque lo éramos. Aquí había espacios que se anquilosaron con lo primitivo en ese proceso y ahí estaba el dolor”.

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ombrero fedora de medio lado, indumentaria impecable, facciones varoniles, suaves, sonrisa perfecta y voz de terciopelo. Charles Romuald Gardè cantó, compuso y actuó en el cine estadounidense y francés. Le llamaban de muchas maneras “Carlitos”, “El Zorzal criollo”, el “Morocho del Abasto”, entre otras, y narraba las emociones humanas en forma de tango o milonga con su registro de tenor que luego encontró mayor comodidad como barítono. En la primera mitad del siglo XX fue una de las más importantes voces de la canción popular.

“Él dio el gran palo, era hombre, latinoamericano pero había nacido en Francia. Dentro de su destitución absoluta tenía varias armas que podía usar y una era la seducción como latino”, indica Santos Febres, “para triunfar Charles se disfrazó de Carlitos Gardel y lo asumió porque no tenía de otra”.

En estas páginas Gardel, quien llegó a América con su madre lavandera a los tres años, enfrenta la añoranza y “esa pelea de cómo entro a ese espacio donde está el éxito, la gloria, la luminosidad, la salud y la abundancia”.

Igual sucedió con Micaela. El personaje principal femenino de La amante de Gardel, integra una conocida familia de exitosas curanderas y de ese modo accesa a un Gardel enfermo en Puerto Rico.

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El artista apenas comenzaba su gira. Llegó al muelle de San Juan el 1 de abril de 1935 en un barco procedente de Nueva York para iniciar su gira por Latinoamérica y el Caribe. Fotos de la época demuestran que miles de personas lo recibieron en el puerto.

Cantó en San Juan, Mayagüez, Ponce, Cayey, Guayama, Yauco, Manatí, Río Piedras, Cataño y Arecibo y crónicas de ese año resaltan que no escatimó en agrados a sus fanáticos.

“Este es un tema recurrente en mis personajes, cómo se renegocia el deseo con la abundancia, los deseos con la razón. Micaela lo hizo como tantas otras mujeres: a través de la renuncia”, advierte la autora.

“Micaela no estaba en el lugar de nosotras ahora, que nos cuesta menos entrar en la modernidad. Ella encaró otro momento histórico y lo tenía que asumir. De vieja se pregunta: ‘¿hice lo correcto?’ porque entró y se convirtió en doctora pero uno no entra sin perder un poco”.

El nacimiento de Micaela lo inspiró una mujer de este siglo que conoció Santos Febres. Micaela es un rol “inventado pero basado en una mujer que me llamó la atención”.

“Es negra y neurobióloga. Cuando la conocí me dijo que para llegar a ese lugar ‘tuve que hacer muchos sacrificios’ y no me dijo nada más. Yo entendí. La saqué del siglo XXI y la puse en el 1935”.

Comparar el Puerto Rico de Micaela con el nuestro no es justo ni preciso. “Ay no sé, Puerto Rico es un país muy extraño a veces”, opina la escritora buscando palabras para explicarse.

“Ahora hay espacios para la mujer más amplios que en otras épocas pero no es algo uniforme. Hay espacios tradicionales de clase, de raza, de religión que están bien trancaos en cuanto a espacios para la mujer. Pero por otro lado, estamos mucho más adelantados que en el 1935, como por ejemplo en el control que ejercía el patriarcado sobre la mujer y ni hablar de los negros. Micaela, además de mujer, es negra pero en este país siempre ha habido espacios de entrada, aunque difíciles, porque es pequeño”.

Isabel, Fe y Micaela. Santos Febres reconoce que “últimamente mis protagonistas son esas mujeres negras que entran de manera rara en la sociedad”.

“Quizás son espejos míos porque estoy integrada a espacios de valor pero no me puedo quejar porque a mi se me valora, se me quiere mucho y lo se. Pero cuando entras a estos círculos te das cuenta que hay pocas personas como tú y, aunque se habla de inclusión, en esa igualdad no te incluyen”.

La amante de Gardel le tomó cinco años de su tiempo a Santos Febres. “Quizás era yo la que no estaba lista para soltarla”, acepta, “había un problema con el final, se lo dí a mucha gente y como que no acababa de cerrar la historia pero cuando vino lo supe. Lo que tenía era un problema formal con el final dela novela, con lo que quería decir ahí y lo superé”, sostiene.

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L

as novelas aguardan, algunas pacientemente, su turno de salida. Santos Febres hace un tiempo trabaja en Pecho seco, una historia que la enfrenta con el pasado esclavista boricua.

“Mis planes después de El amante de Gardel son revisitar a Julia (de Burgos) y terminar Pecho seco. Ya estoy lista para meterle fuerte a la esclavitud”, detalla Santos Febres consciente de que el proceso será lastimoso.

“Los dolores, si no se miran de frente, no se van nunca”, propone, “al país le hace falta ver ese dolor de frente y ver cómo nos ha marcado a todos. Creo que nos hace falta, por lo menos a mi como escritora caribeña me hace falta, hay que ir a la raíz”.

La autora resalta que en los últimos años ha trabajado “distintas figuras de la mujer desde la música, la historia y el cuerpo como lugar para ganar riqueza”.

La amante de Gardel cierra un trilogía importante que quería escribir y tenía que terminarla. Pero el fantasma de la esclavitud ya me llama y es una realidad muy compleja. Después quiero volver al presente, a las historias contemporáneas que tanto me gustan. Eso también me llama”, acaba Santos Febres.

Ella siempre parece estar escuchando.

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Foto / Facebook / Mayra Santos / Alí Francis García

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