02/05/2015


El universo de José Luis González

La Universidad del Turabo reinaugura la Sala José Luis González que reúne sus manuscritos, cartas y libros preferidos que ahora la institución custodia


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us papeles lo delatan. La Sala José Luis González, reinaugurada esta semana en la Universidad del Turabo, compila sus manuscritos, traducciones, piezas literarias y cartas, entre otros objetos, los cuales permiten descifrar un poco el lector y el escritor que éste fue.

La misma está ubicada en el segundo piso de la biblioteca de la institución situada en Gurabo y reabre luego de culminar un proyecto de limpieza, preservación y organización de documentos de la biblioteca del escritor nacido en República Dominicana en el 1926 -de padre boricua y madre dominicana- así como la digitalización de parte de la colección. La sala fue inaugurada en mayo de 2010.

Alma Concepción y el crítico literario Arcadio Díaz Quiñones, acudieron a la cita para ofrecer la charla Gente y cuentos. ¿A quién pertenece la literatura?, y el seminario Censura, voz y lealtad (la producción literaria, artística e historiográfica bajo condiciones de censura), respectivamente. Además, acudió al evento la viuda del escritor, Eva Benesova.

“En la sala, primero descubrirán un gran lector”, detalla Díaz, “ahí está una colección enorme de sus libros, verán alguien apasionado por la lectura y por los libros, comprobarán su gusto por la literatura puertorriqueña, americana, norteamericana”.

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Luego, el visitante se percatará de que están ante “un lector que se hace escritor, lo que es interesante en su formación”.

“Están sus libros, primeras ediciones, cuentos, ensayos y muestras de un José Luis González traductor, principalmente de inglés al español. También vimos a un escritor que fue editor, sobre todo en México de autores puertorriqueños como René Marqués, Emilio Díaz Valcárcel y Pedro Juan Soto”.

El proceso de trabajo de González será evidente en sus manuscritos. “Hay muestras de algunos de sus libros casi completos, borradores, correcciones, copia final antes de montar. La sala es un tesoro enorme para muchos años. Cualquier visitante verá que escribir es un oficio largo que empieza y no termina, siempre se está revisando y corrigiendo y en el caso de José Luis González es notable”.

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Díaz Quiñones, profesor jubilado de la Universidad de Princeton y radicado en New Jersey, resaltó que la colección denota “su compromiso profundo con su país” tanto en el aspecto político como cultural. González se asumía como puertorriqueño y sus trabajos, incluso los generados bajo su rol de periodista, son fundamentales para entender el Puerto Rico del siglo XX. El autor del cuento En el fondo del caño hay un negrito se radicó en México en el 1943 y allí falleció en el 1997.

“Su gran pasión era su país. Todos sus libros tienen que ver siempre, de una manera u otra vida, con Puerto Rico; con su política, con su lenguaje, con sus personajes tanto en la isla como en Nueva York. También en la sala está representado el puertorriqueño que atraviesa territorios, el puertorriqueño de la emigración y sus vínculos con la ciudad de Nueva York”.

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Así que en la sala está, de seguro, el cuento que precisamente tiene lugar en Nueva York, La noche que volvimos a ser gente, uno de los más famosos del autor de El país de los cuatro pisos, otra de sus piezas más recordadas.

Las cartas también cobran importancia en la colección. Propio de la época que vivió, González mantuvo la costumbre de cartearse con amigos, editores y conocidos a lo largo de distintas etapas de su vida. “Era una gran corresponsal”, destaca Díaz Quiñones.

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us pensamientos afines con las corrientes independentistas y socialistas igualmente quedan consignados en la sala. González escribió ficción, ensayos y columnas periodísticas comprometido con narrar la realidad política y el futuro de Puerto Rico.

¿Escribiría con miedo José Luis González o para aplacar el miedo?

“Yo creo que escribió desde la conciencia de los peligros y la represión, no diría que escribió para aplacar el miedo sino para que los lectores cobraran conciencia de que se pueden superar los miedos políticos y culturales, las distintas formas de represión no solo políticas, sino también la intolerancia racial o sexual. Eso está en sus textos”.

Díaz Quiñones menciona como ejemplo un cuento escrito en el 1954, Una caja de plomo que no se podía abrir.

“Ese cuento es importantísimo”, subraya, “es una gran metáfora, en ese caso, de la Guerra de Corea que fue decisiva y trágica para los puertorriqueños. A veces llegaban ataudes que no se podían abrir y uno no sabía si ahí estaban los restos o no, entonces él elabora un cuento que quizás es una manera de contestar esa pregunta del miedo porque él escribe para invitarnos a abrir esa caja poco a poco. Escritores son los que nos acompañan y nos estimulan a abrir las cajas cerradas. El plomo no solo es el metal sino la oscuridad y nos invitan a abrirlas y así pasar a cierta luz”.

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Eva Benesova, viuda de González, Dennis Alicea, rector de la Universidad del Turabo, y Arcadio Díaz Quiñones.

En ese caso, el estudioso de la obra de González menciona que sus escritos “nos han ayudado a desamordazarnos en Puerto Rico”.

“Aquí hubo, por muchos años, la ley de la mordaza que prohibía las expresiones políticas en los años 40 en plena Guerra Fría. Quizás podíamos decir que José Luis González nos ayudó a desamordazarnos como han hecho otros como Nilita Vientós Gastón, Margot Arce de Vázquez, René Marqués y luego otras generaciones después porque eso no termina nunca; uno siempre lo necesita”.

Una obra vasta como la de González, en ocasiones, se reduce a la etiqueta de sus posturas políticas.

“La mayor simplificación viene de aquellas personas que lo recuerdan solo por sus polémicas políticas públicas. En efecto, él disfrutaba el debate público pero lo más importante de su obra está en las ficciones, en las novelas, en los cuentos donde no necesariamente hay polémicas. Yo diría que su esfuerzo está al servicio de la revelación de alguna verdad”, culmina Díaz Quiñones, complacido de que la obra de González no pierda vigencia a la hora de entender nuestro país.

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No te pierdas en la Sala José Luis González:

  • Traducción francés al español del epistolario de Ramón Emeterio Betances.
  • El manuscrito mecanografiado de El país de cuatro pisos está digitalizado.
  • Su maquinilla Olivetti Línea 88.
  • Colección personal de sobre diez mil libros de González de temas variados y con énfasis en la literatura en sus diversos géneros (cuento, novela, ensayo, poesía), filosofía, historia, economía, ciencias sociales y ciencias políticas.
  • Primeras ediciones y recursos que no se encuentran disponibles en el mercado editorial.
  • Cuatro mil fichas bibliográficas ya fueron catalogadas como parte del proyecto de registro electrónico y están disponibles a través del Catálogo de la Biblioteca Virtual en el portal de la UT
  • Para más información sobre la sala llame al 787/743-7979, extensión 4006.

 

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