07/09/2014


La que todos hemos aplaudido

La actriz Gladys Rodríguez no precisa presentación. A ella se le dedica el Festival de Teatro Internacional del ICP que celebra su 50 aniversario


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uenas”, contesta el teléfono y esa voz te transporta a muchas escenas del teatro, el cine o la televisión. Con un simple “buenas” llega de nuevo Teresa la de Los García, miras a Angelina la de Lo que le pasó a Santiago (película que fue nominada al Oscar en el 1989 en la categoría de Mejor Filme Extranjero) o a Annette en la cinta Dios los cría; te enfrentas a Beverly Weston en Agosto: Condado Osage o a María, en el gran éxito telenovelero La mujer de aquella noche junto a Braulio Castillo.

Gladys Rodríguez está en Puerto Rico. La primerísima actriz retornó a su isla desde Orlando, Florida -donde ahora reside- para recibir el aplauso de sus colegas y su público fiel. A la primerísima actriz se le dedica el 50mo Festival de Teatro Internacional del Instituto de Cultura Puertorriqueña (ICP). En la Sala René Marqués del Centro de Bellas Artes Luis A. Ferré en Santurce tuvo lugar el homenaje durante la apertura de la jornada teatral.

“Puesto esto no es algo que uno espera ni busca, siempre es una sorpresa por lo menos para mi”, menciona al ser consultada sobre el homenaje poco antes del mismo, “porque yo veo la actuación como un oficio, como una labor como ser oficinista o maestro. A través de los años, que el público te aplauda o te muestre su cariño es para mi un homenaje. Ahora, que el Instituto de Cultura Puertorriqueña te celebre por contribuir a la cultura y al teatro de tu país, eso es grande”.

Rodríguez reconoce y agradece haber vivido la época dorada del cine y la televisión local. Basta con preguntarle a las telenoveleras y enumerarán sus roles protagónicos en éxitos de los setenta y ochenta como Marta Llorens, Ariana, Viernes social, Fue sin querer o La sombra de Belinda, entre otros. Esto sin contar La mujer de aquella noche que el público bautizó como “Renzo el gitano”, en honor al personaje principal que encarnaba Braulio Castillo. Fue uno de sus primeros protagónicos.

“Tuve una bendición grande al vivir esa época de apogeo del cine, la televisión y el teatro en Puerto Rico. Esa era la época en que Mona Marti, Helena Montalbán, Axel Anderson y Mario Pabón eran dioses. Yo los admiraba muchísimo. Todos ellos, y mi profesor Edmundo Rivera Álvarez, me enseñaron la disciplina con el ejemplo”.

Lo que significa que un personaje se estudia, un libreto se aprende de rabo a cabo, un ensayo se respeta puntual y en una función o presentación la entrega total es lo único aceptable. La fama solo es un resultado de todo lo anterior y no la meta principal.

“Ahora yo voy y vengo de Orlando pero cuando tengo la oportunidad de enseñarle a otros actores jóvenes les digo que lo más importante es la disciplina, estar en control, cuidar su cuerpo, mente y espíritu, conservarse íntegro para poder hacer un buen trabajo”, propone.

Gladys Rodriguez

Todavía hoy Gladys Rodríguez atesora el ejemplo de disciplina y amor por el oficio actoral heredado de sus mentores. / Suministrada ICP

A los siete años su familia emigró a Nueva York y a los catorce retornaron a la Isla. Rodríguez comenzó a trabajar siendo apenas adolescente. Llegó a estudiar dos años en el Departamento de Drama de la Universidad de Puerto Rico pero la creciente demanda por sus habilidades histriónicas la lanzaron de lleno al ruedo profesional. Luego de pisar el escenario tantas veces, de ver cientos de escenas suyas en televisión o cine, la actriz aún siente el deseo de mejorarlas.

“Claro, eso no se va nunca. Con los años uno va ganando experiencia y se exige más no menos, siempre piensa ‘caramba, lo hubiera hecho mejor de esta forma o de la otra’. Uno tiene que estar abierto a seguir aprendiendo, a cambiar, todavía hoy yo me estoy corrigiendo”, indica la artista que además escribió la novela Aliup y el monólogo Tamar para la obra Mujeres de la Biblia que recorrió la isla.

Uno tiene que estar abierto a seguir aprendiendo, a cambiar, todavía hoy yo me estoy corrigiendo

El pasado mes de mayo, sus seguidores en Puerto Rico tuvieron un festín teatral cuando junto a Braulio Castillo, hijo, llevó a escena la pieza Conversaciones con mamá. Para las telenoveleras se trataba de una cita especial, actuó con el hijo de “Renzo el gitano”.

“Eso fue una gran regalo de Dios, una cosa linda. Braulio es un gran actor y tener la misma química que tuve con su padre me brindó una gran satisfacción emocional, personal e intelectual”, subraya la madre de cuatro hijos y abuela de uno.

Curiosa ante la vida, Rodríguez ahora es estudiante en el Reformed Theological Seminary en Orlando, donde completa un grado de Maestría en Teología.

Una actriz de vocación siempre tiene algo por descubrir.

 

 

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