21/06/2015


Ser jíbaro no es vergüenza en Comerío

El pueblo montañoso resalta su herencia con el Festival Jíbaro Comerieño que llega a su XXXV edición


Para Tití Paquita, una maestra que estaría orgullosa de esta historia.

S

er jíbaro no es motivo de vergüenza en Comerío. Es domingo y estamos en el año 2015. No hay carretas de bueyes en las calles, hay carros. Los pantalones no se amarran con soga en la cintura sino con correa y de los huracanes no te resguardas en barracas sino en refugios de cemento. Pero allí las montañas son igual de inmensas y verdes que en los tiempos en que abundaban los jíbaros y el río La Plata -bastante seco hoy por la falta de lluvia- sigue siendo el gran acompañante de este pueblo que, lejos de ocultar su esencia por temor a que no sea cónsona con el “progreso”, la exalta.

A la sabiduría jíbara que marca su historia se retornó una vez más durante la celebración del XXXV Festival Jíbaro Comerieño que organiza el centro cultural Cirilo W. Meijer de dicho pueblo situado en el centro de la Isla. Mediante estampas típicas, gastronomía y música de la montaña, el viaje al pasado fue inevitable el domingo, último día del evento dedicado en esta ocasión al trovador Miguel R. Santiago Díaz y a su grupo Ecos de Borinquen que cumple 35 años de trayectoria.

“Bienvenidos a Comerío. Bienvenidos los visitantes de Patillas, ah, y los de Humacao también. Aquí se celebra nuestra cultura, la puertorriqueña”, señalaba por el altavoz el alcalde Josian Santiago mientras manejaba un carrito de golf por la calle Georgeti, poco antes de que iniciara el desfile de carrozas con estampas alusivas a la vida campesina.

El calor recuerda que ni la montaña se libra de las temperaturas veraniegas. También avisa que pasó el mediodía por lo que iniciará el desfile que encabezan pequeñas jibaritas portando el letrero que consigna la edición del festival, seguidas de jóvenes levantando la monoestrellada y la bandera comerieña con sus tonos blanco, verde y amarillo.

LV-comerio-bandera

Comerío celebró que el pasado 12 de junio cumplió 189 años de fundado. También resalta la herencia que el cacique taíno Comerío le heredó a su población que el Censo del 2010 identifica en poco más de 20 mil.

El festival no es un evento pretencioso, es un esfuerzo colorido, sencillo, bien planificado y con intenciones de aplaudir la gestión local. Desfilaron representantes de los cincuenta atletas comerieños participantes en justas deportivas como los pasados Juegos Centroamericanos y del Caribe. Las medallas colgantes en el cuello de algunos brillaban con el sol siempre presente.

Siguieron diversos representantes de la comunidad, desde ligas menores de baloncesto y volibol hasta Las Trovadoras, equipo de softball femenino. Después de todo, estamos en casa de Los Pescadores del Plata, equipo de béisbol doble A que en el 2003 alcanzó el título de Campeón Nacional.

LV-comerio-atletas

La estrecha relación con la iglesia católica, sólida aún en varios pueblos de la Isla, la mostró la comitiva de la Pastoral Familiar que también tuvo su momento en el desfile. Sus caminantes portaban carteles con palabras como “dignidad”, “generosidad”, “respeto” y “paz”. Antes de eso, en la Parroquia Santo Cristo de la Salud tuvo lugar la Misa Jíbara que contó con la participación de niños de la Escuela de Trova Comerieña. Ah, lo olvidaba, estamos en una ciudad que se precia de ser Cuna de trovadores, formadora de voces como las de, en caso reciente, los hermanos Eduardo y Ricky Villanueva.

Desfiló una reina de belleza adolescente, varias infantiles y algunos barrios anunciaron con sus cruzacalles que se encargaron de las estampas.

LV-comerio-jibaritos

Sobre grúas tipo flatbeds o camiones, se recrearon distintas escenas de la vida jíbara. Entonces, en esta seca época, recordamos la temporada de huracanes y las barracas en que se protegían los jíbaros de los vientos huracanados en la primera carroza. Las bajas estructuras en forma de triángulo se sostenían con palos de bambú y estaban cubiertas de hojas de palma y, en algunos casos, de zinc. La cantidad de gente que salió de la pequeña puerta que tenían arrancó risas entre las decenas de personas atentas a la escena, muchas de ellos grabándola con sus celulares. La carroza estuvo a cargo del Barrio Cejas.

LV-comerio-barraca

Dos zanqueros anticiparon la llegada de otra estampa, la del Puente del Mudo en la que un solitario hombre estaba sentado ante la réplica del puente que antes conectaba Pasarell con el pueblo.

El Club 4H se ocupó de las lavanderas con su carroza Voces en el viento que contaba con piedras, palmas, follaje verde y mujeres agitando prendas de ropa. De pronto una de ellas se viró hacia el público y sacudió una prenda interior color rosada.

“Ay virgen pero no podía escoger otra cosa”, decía ocultando su sonrisa con la mano una mujer mayor ante la súbita aparición de unos panties gigantes y rosados.

Tiempos de añoranza, del Residencial Manuel Martorell, mostraba a un jíbaro ante su casucha de madera, con una taza de latón en mano y acompañado de sus hijos y esposa. Se escuchaban reminisencias de esa época en que “la necesidad económica era extrema” pero se poseían otras riquezas producto de una vida menos agitada.

La Comunidad El Cielito recreó el momento en que el jíbaro iba de compras y luego arribó una estampa alegre, la encargada de documentar la parranda navideña. Se veía el bohío, la mujer fregando por una ventana, los músicos y un invitado se bajaba los pantalones -tenía otros cortos debajo para tranquilidad del público- para entonces entrar a una letrina abierta. Así se hacía cierto ese verso que se escuchaba: “tengo la música en el balcón y el borracho en la letrina”.

LV-comerio-parranda

El borracho en cuestión disponía de una botella de cristal rellena de un líquido tan preciado como el agua que escasea en varias zonas de la Isla. Asistentes al festival se acercaban a la carroza, vaso en mano, para que les sirviera ron cañita y, de ese modo, ser parte de la parranda.

Luego llegó la carroza que recreaba la pelea de gallos, con las consabidas riñas entre los emplumados y sus dueños.

Güiro en mano, el Alcalde comerieño recibía cada carroza ante una sencilla tarima en la que distintos trovadores, como Chano Rivera o José Miguel Villanueva, improvisaban con la temática de cada carroza. El intercambio entre décimas y lo que sucedía en la estampa era jocoso; disfrutaba el que improvisaba, el que lo desafiaba desde la carroza y el público.

LV-comerío-tarima

Así calentaron motores para lo próximo en agenda.

*****

E

n la denominada Plaza de la Trova, situada en el centro del casco urbano, no quedaba mucho espacio libre. El que no estaba bailando salsa en la calle junto a una improvisada tienda con discos compactos, regateando el precio de camisetas que exaltaban la frase “Jíbaro soy” o quizás haciendo una fila kilométrica para comprar limonada, miel del país, piña colada, bacalaítos tostados, pinchos, güichí o pastelillos de amarillos y carne, era porque estaba allí en la plaza, sentado en su sillita de playa, a la espera del espectáculo programado.

LV-comerio-camiseta

Se escuchó primero a Sebastián, un niño trovador que dio muestras del poder su garganta al igual que hicieron dos jovencitas de la Escuela de Trova comerieña.

LV-comerio-sebastián

Luego inició el Concurso de Trovadores en el que se indicó que se competiría con décimas espinelas, compuestas de diez versos octosílabos, siendo el último el pie forzado asignado en el momento.

En esos momentos la agilidad mental es puesta a prueba, el ingenio es clave para enlazar una palabra con otra que suene mejor, que rime mejor, que apoye el mensaje mejor. Roberto Silva dominó el certamen que cuenta con jueces en tarima y, sin duda, entre el público. En la Plaza de la Trova no hay espacio para titubeos. Si concursas, más vale que des la talla y respetes los nombres que desde esa tarima han impresionado antes.

Roberto Silva, ganador del certamen de trova. Foto/ Facebook Municipio Comerío

Roberto Silva, ganador del certamen de trova. Foto/ Facebook Municipio Comerío

Las calles seguían abarrotadas de gente. Caía la tarde y llegaban más personas dispuestas a disfrutar de otra garganta de premio, la del salsero Andy Montañez, que con su orquesta cerraría la jornada cultural.

La maña, la música, la astucia con la palabras y el amor por la tierra no fueron sinónimo de atraso. El jíbaro y la jíbara fueron recordados con cariño una vez más. Comerío siempre salda esa deuda.

LV-comerio-jibaros tienda

No comments