12/04/2015


Todos vivimos en el Mundo Cruel

La adaptación teatral del libro de cuentos de Luis Negrón se presenta en el Teatro Victoria Espinosa como un reflejo de lo que somos


“Pongamos en contexto esta historia.

Santurce, Puerto Rico,

antes conocido como Cangrejos, 

pero ya nunca más…”

(fragmento del cuento “El vampiro de Moca” de Mundo Cruel, Luis Negrón)

E

n efecto, Santurce nunca más será Cangrejos. Es, con todas sus letras, con sus olores, sabores, personajes y voces, el Mundo Cruel de Luis Negrón. Ese que saltó de las páginas del premiado libro para convertirse en una de las piezas teatrales mejor trabajadas de nuestros tiempos.

Mundo Cruel, adaptada y dirigida por Gil René Rodríguez, quien protagoniza junto con Gabriel Leyva los seis cuentos del texto de Negrón, es un espejo en el que nos miramos tal cual somos. Allí, vemos también reflejados a nuestros hermanos, primos, abuelos, tías, parejas, compinches…

La experiencia de la pieza, que continúa en el Teatro Victoria Espinosa hasta el fin de semana del 17 al 19 de abril –con funciones viernes, sábado y domingo– es algo así como una extensión del espacio que habita. Desde que caminas por las aceras de Santurce para llegar a la sala, ya estás dentro del universo que creó Negrón en el libro que desde 2010 ha sido premiado, traducido y estudiado en un sinfín de latitudes.

El triunvirato que conforman Negrón, Rodríguez y Leyva lleva a la audiencia de la mano, a ese Cangrejos marginado, multicultural, visceral

A la entrada del teatro, los personajes te seducen, dejándote saber que las historias que vas a presenciar no son sólo eso: son el mundo que habitamos a diario.

Entonces, ya dentro de la sala, todas y todos se vuelven cómplices del autor, del director y de los actores. El triunvirato que conforman Negrón, Rodríguez y Leyva lleva a la audiencia de la mano, a ese Cangrejos marginado, multicultural, visceral.

Locas, bugarrones, fundamentalistas, dominicanos, boricuas, chismosos, tecatos… todos entran y salen del cuerpo de Gabriel Leyva y Gil René Rodríguez con impresionante destreza. La sutileza con que el dúo se desdobla y narra las historias de Mundo Cruel es fascinante. Leyva —sin duda es una de las nuevas joyas de nuestra clase artística— logra convencer con su camaleónica capacidad interpretativa. A ratos, incluso, se le ve más grande o más pequeño, más sensible o más rudo, más calle o más cuneta, según el cuento que esté narrando.

Gil René, por su parte, juega con el público con picardía. Lo mismo guiña con coquetería travestida, que invita a aplaudir al ritmo de una pandereta cristiana. Así, reafirma su maestría con una honestidad pasmosa. Con Leyva, completan un binomio imparable sobre escena. Ambos logran evidenciar la pertinencia del texto de Negrón, cuya pluma vibra junto a ellos cual si fuera otro integrante del elenco.

Y es que se trata de un texto honesto, reflejo nuestro, durante cuya representación no sabemos si reírnos, llorar, bailar o rabiar

La adaptación de Gil René, sumada al esmerado trabajo del equipo técnico, completan la ecuación hasta llevar a Mundo Cruel a convertirse en una de las piezas más completas, conmovedoras y humanas que se han presentado últimamente en nuestro teatro. Y es que se trata de un texto honesto, reflejo nuestro, durante cuya representación no sabemos si reírnos, llorar, bailar o rabiar.

El ritmo de las viñetas fluye intenso, con un giro impresionante gracias a la integración de elementos como las luces, la voz en off y las referencias cotidianas.

Quizás, lo más que impacta de esta pieza es que no concluye al apagarse las luces y cerrar el teatro. Las historias continúan una y otra vez en las calles de Cangrejos. Al salir del Victoria Espinosa, basta con mirar alrededor para ver que el Mundo Cruel de Luis Negrón sigue y seguirá vivo, porque vivimos en él.

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Luis Negrón, autor de Mundo cruel. Arriba, Gil René y Gabriel Leyva interpretan con agilidad y maestría múltiples personajes en la versión teatral de la obra. / Suministrada

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