14/12/2014


“El arte puro está en las manos”

Que una talla en madera tenga líneas fluidas que parezcan moverse no siempre es ilusión óptica. Pregúntele al artesano Ibsen Peralta


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as manos de Ibsen Peralta juegan a dar vida. Cada vez que tocan un pedazo de cedro o cuando sujeta un pincel que moja en óleo, sabe que algo nacerá de sus movimientos. Lograrlo no lo cualifica como dios. Ibsen Peralta es artista.

“Uy, ya son como 16 años en esto”, cuenta el artesano, pintor y artista gráfico radicado en Toa Alta, “lo que tú hagas con las manos, eso no tiene precio, es lo más puro porque es tu mano. Soy artista gráfico y existe el arte digital pero nada me convence de que el arte puro está en las manos, en como tú interactúas con el barro, con la madera, con las materias primas”.

El artista revivió la experiencia de crear santos de madera y, como novedad, retratos al óleo de cada uno de ellos para una cita especial: su exhibición individual M Monachi et vita consecrate que desde este jueves 18 de diciembre abrirá al público en el Museo de Las Américas, situado en el Cuartel de Ballajá, en el Viejo San Juan. Allí mostrará catorce tallas y quince cuadros creados específicamente para la muestra.

Peralta, un artesano premiado en certámenes y con el favor de coleccionistas y entusiastas de la talla de santos en el país, se sintió atraído en esta ocasión por el misticismo y la sobriedad de órdenes religiosas como los franciscanos, los dominicos, los agustinos, los jesuítas, los cartujos y las clarisas, entre otras.

La fluidez en las líneas y el apropiado uso del color han caracterizado el trabajo de Ibsen Peralta.

La fluidez en las líneas y el apropiado uso del color han caracterizado el trabajo con madera de Ibsen Peralta.

“En general, las órdenes se diferenciaban en los colores de los trajes, unas blancas, unas negras, otras marrones. En otros periodos unas se llegaron a pintar en gris, no por los trajes sino porque se ensuciaban y la gente los veía así. Por ejemplo, el hábito de los franciscanos era en una tela bien áspera y el gorro era como de cumpleaños pero largo; algunos usaban cilicios”, sostiene Peralta.

“Todos esos detalles eran usados para mortificarse y llegar a un grado de espiritualidad más alto. Claro, en estas tallas estoy tocando esto como si fuera esa época; los franciscanos en Puerto Rico jamás se van a poner hoy esas telas. Muchas reglas de cada orden se han mantenido pero otras se han modificado”, manifiesta el artista.

La información no sale ni del aire ni de su imaginación. Peralta se documentó con libros, en su mayoría, del año 1848. Hace dos años y medio que perfecciona esta producción santera.

“También agradezco la ayuda de un fraile en el Monasterio de Santo Domingo de Filos, en España, con el que mantuve buena comunicación por email que me ayudó mucho”.

Cada ficha técnica que acompaña las piezas ofrece detalles de cada orden, “desde lo que comían hasta reglas que seguían como dormir en celdas solitarias o no hablar entre sí”.

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eralta quería exponer solo, cierto, pero no quería hablar de cualquier tema. Cuando se tallan santos, hay unas reglas no escritas que te piden mantenerte en la simbología típica de ese santo para poder considerarlo una representación fiel. No te puedes alejar mucho del cánon pero siempre debes imprimirle tu sello. Para algunos sería una camisa de fuerza mantener la identidad de cada santo.

“Yo lo que hago es jugar”, acepta el artista en su taller en Toa Alta, “si veo que otros usan el mismo atributo yo busco cuál destacar que sea diferente, aunque haga el mismo santo cuatro veces lo hago con cuatro movimientos distintos y así voy jugando. Esto te ata de cierta manera pero tengo libertad en esas otras cosas”.

Una cosa te digo, nunca voy a estar satisfecho al 100% con una pieza, el artista que te diga que lo está va a dejar de serlo porque uno siempre está en lucha para hacerlo todo mejor

El movimiento es su fuerte. Si algo caracterizan las tallas de Peralta desde que irrumpió a finales de los noventa en el ámbito artesanal isleño es la fluidez de sus líneas. La madera parece suave y liviana.

“Yo me enfoqué en eso desde el principio”, confiesa el artista que tomó clases con el artesano José Rosado.

“Y seguí buscando cómo hacerlos mejores, me enfoqué en la pintura y en los movimientos. Una cosa te digo, nunca voy a estar satisfecho al 100% con una pieza, el artista que te diga que lo está va a dejar de serlo porque uno siempre está en lucha para hacerlo todo mejor. Ahora mismo hice estas piezas y me va a pasar que voy a verlas de nuevo y a decir, ‘pude haber hecho esto diferente’. Eso es lo que te mantiene”.

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scogió un título en latín –M Monachi et vita consecrate (Los monjes y vida consagrada)– para su exhibición, atraído por el mundo que encontró en las páginas de antiguos libros que narraban la vida en monasterios.

“Me quise concentrar en los monjes por lo sobrio, por ese misticismo al que aspiran pero irme un poco más alla exponiendo con simbología asociada a ellos como el cráneo que uso en San Francisco que habla de tenebrismo. Hay tantos santos que llevan varios atributos pero escojo uno nada más, me gusta enfocarme en la acción de la pieza y tampoco soy el que talla con rojos, azules y amarillos; utilizo los colores de la época. Me parece que esos detalles provocan intriga en el espectador”.

Talla de San Francisco.

Talla de San Francisco creada para la muestra.

Los santos, confeccionados en cedro, miden entre 17 y 18 pulgadas de alto contando la base creada en caoba.

La mortificación como vía para alcanzar la espiritualidad plena fue uno de los aspectos que más llamó la atención del artista.

“Era como si pensaran, ‘si Dios pasó este calvario, yo quiero pasarlo'”, dice sobre costumbres como caminar descalzo, ayunar por largos períodos o dormir en el suelo, entre otros.

“Me sorprendió el silencio en que se mantienen y la mortificación del cuerpo en la orden de los cartujos, que aún existe en Francia, y de los jesuítas, que no son monjes, el hecho de que siempre se veían como los más polémicos. Todavía me dan ganas de ir a un monasterio y ver ese mundo”.

Tradicionalmente en nuestra isla esta época festiva es el periodo “de los santos, los mártires y las vírgenes” pues los santos de palo cobran protagonismo. Para esta muestra individual, la sorpresa que Peralta ofrece no es un Niño Jesús o unos Reyes Magos -absolutos favoritos del público- sino los lienzos que acompañan cada talla.

Retratos en óleo de cada santo muestran sus capacidades no solo con la tridimensionalidad en la madera sino también con las formas en el lienzo.

“A mi me encanta pintar también y ya había hecho otros cuadros que me habían comprado”, declara, “en esta ocasión quise incluirlos junto a las tallas”.

Al no disponer de monjes vivos que pudiera utilizar como modelos -todas las fotos que encontraba eran de “ancianos barbudos”-, Peralta recopiló una base de datos físicos basado en obra creada entre los años 1500 y 1650 por distintos artistas.

Me encanta la pintura pero tengo que admitir que la escultura es más difícil

“Con ellos mismos empecé a mezclar caras, manos y cuerpos para crear el santo que quería hacer. Trabajé las pinturas en óleo, la mayoría en pequeño formato, aunque también hay algunas en gran formato”, indica sobre la sección de pintura que incluyó para mostrar “que también puedo hacerla”.

Disfrutó las sesiones de pintura y el resultado le complace “pero tengo que admitir que la escultura es más difícil”. “Es bien cuesta arriba y puedo decirlo porque hago las dos”, afirma sobre la escultura, un arte que le exige “llenar la pieza en toda su perspectiva, en todos sus ángulos y mantener las proporciones”.

Peralta, quien no es católico pero aprecia la imaginería y simbología de dicha religión, no anticipa abandonar el tema luego de este trabajo.

“Me quedé estancado en esta época por lo interesante, hay más cosas que me intrigan. Por el momento aquí sigo explorando”, termina.

La muestra continuará en exhibición hasta el 8 de febrero. Mira fotogalería de piezas.

 

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