20/09/2020


Cuento: Celebridades del anonimato

Algunas entrevistas salen a la perfección mientras que otras… ¿Qué le pasó a Mariví, periodista de El Sol? Esta es su historia ficticia.


Viernes, 18 de septiembre del 2015

Mariví texteaba con prisa. Alternaba vocales y consonantes con velocidad lo que la llevaba a cometer errores y a empezar de nuevo, pero valía la pena; escribía tan rápido como necesitaba que llegaran las respuestas. De vez en cuando se detenía, levantaba la vista y regresaba a la tarea.  

Mariví: Jefe, me acabo de estacionar en este campo en la ciudad. Me están esperando los dos entrevistados y una señora frente a sus casas.

Editor/AM: ¿Cómo son las casas?

Mariví: Bien puestas, pero no mansiones: puertas de garaje blancas y jardín bonito. Veo al bailarín de ballet recién jubilado, pero no estoy segura de que el otro sea el grafitero.

Editor/AM: Pues que llegue. Liquidas eso y regresa pronto que es viernes; hay que dejar historias montadas para domingo y lunes. ¿Llegó el fotógrafo?

Mariví: Todavía :( Me dijo que espera que saquen al tipo esposado del tribunal para hacerle la foto y después llega a mis entrevistas. Me parece que esto va para largo, es mucha gente la que me mira y yo aquí poniéndole baterías a mi grabadora. 😉

Editor/AM: Sobrevive. Regresa antes del cierre. 

*****

-Buenos días, soy Mariví…

-Medina, eres Mariví Medina del periódico El Sol, leo todas tus noticias.

-Ah sí, gracias. Uy qué manos frías tiene doña…

-Victoria, Victoria Fernández. Soy la mamá de Juan Adolfo, el gran bailarín que decidió colgar las zapatillas. Déjame arreglarte el pelo Fito, por aquello de la foto porque, ¿viene fotógrafo verdad?

-Sí viene, está terminando otra asignación.

-¿Qué puede ser más importante que Fito y que mi hermano Varox, el gran muralista?

-César, con calma vecino, seguro hay algún muerto que requiere atención. Nosotros estamos vivos.

-Qué bonita esa amapola roja que se puso en el pelo doña Victoria, resalta el blanco de su marantita.

-Y qué bonito está tu bigotito tipo Dalí, César. ¿Cambiaste espejuelos?, esos son como los que usaba mi novio en los años cincuenta. Claro, el padre de Fito, el gran bailarín.

-Bueno, es hora de que empecemos esto porque la reportera de El Sol tiene cosas que hacer. Hola, soy Juan Adolfo, comencemos con la entrevista si desea. Acá en el balcón estaremos más tranquilos.

-¿Usted sabe quién es mi hijo verdad? Es el bailarín que se parece a Nureyev en todo menos en lo de ser gay porque mi hijo probablemente es el único bailarín de ballet en el mundo que no es gay.

-Mami, cuando dices eso parece que anuncias que soy gay.

-Pero no lo eres mijo, Dios te libre.

-La entrevista no va por ahí. Creo yo.

-Juan Adolfo, hablemos mejor de cómo se sabe que llegó el momento de dejar el escenario. 

-¿La grabadora está prendida? No conviene perder ni una de las palabras de mi hijo.

-Mami, la luz de la grabadora está prendida hace rato, ella es una profesional. ¿Podrías dejar de interrumpir a la dama periodista?

-Aprovechen ahora porque ya mismo llega Varox y después no hay pa’ nadie. A mi hermano hay que atenderlo sin prisa porque es un muralista de primera.

-¿Y dónde está el grafitero que no lo he visto salir con su caja de latitas de esprei? Digo, con esto del retiro me estoy acostumbrando a las rutinas de mi casa y a las de los vecinos.

-Varox, el muralista, está listo para hablar. Lo que pasa es que mi hermano es de los que hacen mucho y hablan poco.

-Me imagino que está cerca porque me texteó temprano para corroborar que venía a entrevistarlo. Mira, me llamó de este número que estoy marcando ahora…

El timbre de un celular con la Marcha Imperial de Star Wars comenzó a sonar ahogado e insistente.

-Suena, suena, por ahí viene Darth Vader, ¿vas a cogerlo César?

-Adiój cará, si el celular de mi hermano está en mi bolsillo. 

-Consíguelo por favor porque no puedo esperar por él. Voy a empezar a entrevistar a Juan Adolfo y si Varox no está aquí cuando termine, tengo que regresar al periódico. 

-No me digas que cogió miedo y huyó. Si es eso no estuvo a la altura de la situación César, perdona que te lo diga, pero uno tiene que tener seriedad. Tu hermano Evaristo no coge nada en serio, siempre andando por ahí pelú y sin afeitar. No como tú, que te ves tan formal con ese pelo peinadito de lado, aunque tengas ese traje de baño y esas chancletas metedeo de uniforme.

-Varox, doña Victoria, mi hermano es Varox y no le cogió miedo a nada. Es que sus prioridades son distintas a las mías. Mira esto Mariví…

-¿Mira? ¿Qué confianzas con la dama son esas, muchacho? Hay cosas que el ballet no tolera y esa es una. Respeto, por favor. Sigamos con mi entrevista, Mariví. Te decía que en el año mil novecientos…

-Si, si, respeto, pero mira esto Mariví, son las notas de mi hermano en la Escuela de Artes Plásticas, todas excelentes. Mira aquí, el primer año lo partió, el segundo también. Mira aquí la carta que dice que se ganó una beca para estudiar en el Instituto de Artes de Chicago, tú me escuchas bien, el Ins-ti-tu-to de Artes de Chicago aceptó la solicitud que yo le mandé y él…

-Prefirió hacer un garabato a la entrada del túnel en el expreso. Te lo digo, tendrá mucho talento, pero desperdiciado en una la lata. Es grafitero el muchachito, César, a veces hay que aceptar las cosas como son. Resignación mijo, resignación.

-¿Tú sabes todo lo que yo haría si tuviera su talento en solo una de mis manos?

-Pero no lo tienes César y yo si lo tengo en los pies. Por eso me están entrevistando a mí y no a ti.

-Lo tenías Fito, pero ya no brincas ni cuica.

-¡Qué atrevimiento César! ¿Cómo le hablas estrujao a mi hijo?

-Doña Victoria, él me llevó a la esquina y…

Ahora el sonido que se escucha, alto y claro, es el que anuncia la llegada de un mensaje de texto.

-Silencio por favor, la dama tiene que atender un mensaje.

-Es el fotógrafo, va a tardar un poquito más. Mejor aprovechemos con Juan Adolfo ahora y crucemos los dedos para que Varox llegue antes de que yo me vaya.

-Así me gusta, mostrando sabiduría la periodista, separando la paja del grano porque mi hijo es otra cosa.

-Yo vine aquí a hacer dos entrevistas. Si me dejan, puedo trabajarlas e irme. Si no me dejan, comoquiera me voy. Prefiero hacer mi trabajo.

-Eso mismo digo yo, hablemos de cuando me di cuenta de que ya no me apasionaba subir a un escenario.

-Pero dale rewind a la historia vecino, cuéntale de cuando empezaste a darte mala vida y se te acabó la elasticidad y la gracia. Estirabas la nariz mejor que las piernas. ¿Ay qué pasó, te mordiste? ¿Para qué te levantas? ¿Vienes pa’ encima? Tírate que está llanito. Ah, pero qué pasó, te sentaste de nuevo…

-No mancharé mis manos con tu amargura de don nadie. Mejor vete y sácale brillo al bigotito ese por si acaso te hacen una foto en sustitución de tu hermano. Como la noticia será del “talento” de Varox, nada mejor que poner tu carita de envidioso para ilustrarla.

-¿Pero a dónde vas Mariví? Entra mejor a mi casa con Fito y olvidemos a este amargado de César. ¡No te vayas!

-Mira mija, esto no se ha terminado, aquí todavía no hay entrevista, ni fotos, ni nada sobre Varox.

-Dama periodista, no se vaya que no le he podido hablar de mis momentos de gloria. ¿Usted sabe que yo soy un primer bailarín que triunfó en Europa? Humildemente le digo que, mínimo, soy material de portada y dos spreads a color en el dominical.

-¡Ya, yo, ya! Me monté en su carro y aquí cabe hasta la caja con los tereques de mi hermano el muralista.

-Fito, vete tú al frente para que tengas la atención de Mariví. Yo estoy cómoda aquí atrás con César. Qué suerte que el carrito de la periodista es de cuatro puertas.

-Bájense de mi carro ahora por favor, tengo que regresar al periódico.

-Pero es que tú no has terminado tu labor mijita, mi hijo el gran bailarín no ha sido entrevistado.

-Ni mi hermano. Yo puedo hablar por él si no llega. Y mira, síguele la corriente a Fito que parece que hoy está en uno de sus buenos viajes a la Luna, esa idea de retratarme a mí en vez de a Varox es buenísima.

-¡Me voy! Bájense ahora.

-¡Nos vamos! A mí nadie me deja con la palabra en la boca, chapucera. Haz bien tu trabajo. Yo soy el gran Juan Adolfo y ya me puse el cinturón de seguridad.

-Doña Victoria, ¿y esa carita de títera? ¿Qué está tramando vecina? Dígame el plan que yo me apunto pa’ rápido. Es más, en esta caja, debajo de esos pinceles que mi hermano no tocó nunca y que me costaron carísimos, hay una lata de esprei colorao. ¿Qué hacemos?

-¿En serio mami?, tú todavía tienes esa manía de andar con fósforos. ¿Para qué lo prendiste si yo te escondí los cigarrillos?

-No te vayas Mariví que aquí hay espreeeeiiiii.

La explosión fue inevitable. Sonó más fuerte que los daños que causó.

*****

Mariví apaga la grabadora machucada y con el cristal roto que está sobre la mesa.

-¿Eso fue todo Mariví?

-¿Querías más, querido editor?

-¡Qué clase de palo! Dime que no había más nadie, por favor.

-Solamente nosotros.¿Lo quieres para el impreso o para la web? Dime rápido por fa’, que me arden los brazos y las piernas. ¡Ay!, este día ha sido largo. Voy a sentarme a escribir.

Nuevo timbrazo, nuevo mensaje de texto llega al celular de Mariví. El número que se refleja en pantalla le resulta desconocido.

Hola Mariví, soy la novia de Varox, el talentoso grafitero-artista-muralista. Él tiene un nuevo mural en el expreso, poco después del hospital, y le gustaría contarte detalles de cómo lo creó. ¿Te gustaría entrevistarlo? Espero tu llamada. También puedo seguir recordándotelo.

© Tatiana Pérez Rivera (2020)

Foto Ulrike Mai para Pixabay 

No comments