27/10/2014


“La perreta es un grito honesto”

En la exhibición Perreta al argumento, Elsa María Meléndez hilvana pensares y sentires expresados en los últimos 18 años


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uien conoce a la artista cagüeña Elsa María Meléndez sabe que semanas antes de una exhibición vive pegada a la máquina de coser, al hilo y a la aguja.

Meléndez opina del país y de la vida desde las telas, textura indispensable en su obra plástica que ha abordado también desde el intaglio, la xerografía, la obra sobre papel o plexiglass y las construcciones en grabado tridimensional. Los vestidos no son su meta. Lo de Meléndez es convertir la tela en el punto de partida de figuras o imágenes en piezas, por lo general de mediano y gran formato, en instalaciones de sitio específico y amplios murales mullidos.

La sátira, aspecto vital en su obra, se aprecia en evolución hasta lograr un discurso más directo y refinado. Mucho la ha trabajado Meléndez: desde los refranes populares hasta los cuentos infantiles que tienen reinterpretaciones que apuntan al uso del cuerpo femenino como marioneta sexual.

Su muestra, Perreta al argumento: 18 años de producción de Elsa María Meléndez, está abierta en el Arsenal de la Marina en La Puntilla, en el Viejo San Juan, y allí continuará hasta el próximo 4 de enero por invitación del Programa de Artes Plásticas del Instituto de Cultura Puertorriqueña (ICP).

La Sala Central que ocupa está invadida por telas, por palabras y colores logrados por la artista que además es curadora en el Museo de Arte de Caguas y fue una de las ganadoras de la Beca Lexus en el 2009. Tiene mucho por contar ahí Meléndez, escogió ochenta piezas que la hacen caminar en retroceso desde este 2014 hasta el 1996.

Elsa María Meléndez

La artista ajustando a la Sala Central del Arsenal de La Marina un mural mullido. / Glenda Cardona

¿Cuál sería el ejercicio más complicado que hiciste previo a esta muestra?

Tuve que hacer una reflexión sobre lo que yo entendía era una constante en mi trabajo. Recibo esta invitación del Instituto de Cultura Puertorriqueña y tuve esa libertad de decidir; ellos querían una recopilación de mi trabajo pero también podía hacer algo nuevo.

¿Por dónde empezaste?

Soy curadora y tengo eso bien claro, indiscutiblemente siempre hay que comenzar viendo fotos de obra vieja. Llegas a un punto en el que crees que no se te van a olvidar tus obras pero no es cierto, tienes que ir al registro para saber quién las tiene. La importancia de algunas obras es que fueron eslabones. Hubo en algún momento líneas que no fueron investigaciones superficiales pero no las seguí elaborando. Lo más divertido es que cuando empiezo a hacer revisión me doy cuenta de que cada cierto tiempo volvía atrás a ciertos temas y medios con la nueva experiencia de vida. Eran temas tan obsesivos que pasaba el tiempo y volvía a ellos. Entonces empiezo un proceso de reinterpretación: ¿por qué regreso pero desde otro ángulo, desde otro enfoque? Pudo haber sido una construcción en grabado o una instalación monumental de sitio específico como las que estoy haciendo ahora.

Y terminaron siendo ochenta piezas, un cuerpo sustancioso que siempre está salpicado por la sátira.

Es una locura, de verdad.

¿Ese gran tema recurrente fue la perreta?

Sí, me enfoqué en la perreta. Había una constante a través de los refranes al principio de mi carrera o en los cuentos infantiles; siempre había una perreta en el buen sentido de la palabra. Parte de la exposición busca reivindicar la perreta, su carga emocional honesta; por lo general se descarta como ‘lloraera’ de niña o de mujer. En todas mis piezas había un grito, una pelea y un deseo de que las cosas fuera diferentes.

Pero lo que te preocupaba ayer te preocupa hoy.

Hay temas a los que me apego como la cuestión social, la decadencia de la sociedad, su menosprecio por la vida y la belleza, eso a manera general porque en las piezas voy a cosas específicas como, por ejemplo, la sexualidad de la mujer. Cómo se visualiza el desnudo para mi es un discurso patético; que a estas alturas todavía sea vista como ser sexuado y, sobre todo, que la mujer apruebe esa visión patética de su cuerpo. Haber sido más perra y Holocausto caníbal son ejemplo de esas preocupaciones.

Hiciste obra nueva, ahí están Las princesas dialogan sobre la abogada gay que llegó al Supremo o La isla de las iguanas.

Sí. Una vez seleccioné los temas hice obra nueva que hablaba conmigo y volvía al tema desde el medio que trabaja ahora. Experiencia humana o comida para ratas me sirvió para eso también. Había nuevos sucesos que comentar y me movieron a empezar una pieza nueva.

¿Cómo cambió la tela tu modo de contar?

Me permitió aumentar el tamaño de mi obra. Empecé a trabajar la exposición que ocupa la sala completa y cuando llegué aquí seguí creando; pero esto se fue de control. Hay murales mullidos de 35 pies, piezas de pared completas que son cosidas y bordadas. Hay una obra, La costumbre de la nada, que hice con Cynthia Vázquez en el 2012, que es una pieza para atravesar, la tocas, la rozas, la persona entra y despierta su interés porque se siente como atacado por la obra. Y como son espacios nuevos, las piezas se transforman en ellos. Para la instalación de las palomas era más fácil integrar otras personas para transformar el espacio pero ahora es otro espacio así que esta vez la cosí yo sola.

Vuelvo a la perreta, ¿qué propones con ella?

Lo que sucede es que siempre he trabajado desde mi entorno, lo que me sucede a mi le pasa al que está al lado mío y de alguna manera en mucha de mi obra está mi rostro presente o el de artistas de la escena del arte, de amigos y familiares. La gente vincula mi trabajo como si fuera autorretrato y no lo descarto pero sería una interpretación vaga porque yo presto mi rostro para lo que te pasa a ti. Muchas veces no tiene que ver conmigo y cuando estoy hablando de mí, mi rostro ni siquiera aparece. Así que la perreta es un grito inocente y honesto y mi obra siempre ha sido satírica así que es una invitación a ver las cosas de otra manera.

Que no falte la sorpresa….

Sí, que entren esperando ver una cosa y encuentren otra.

En ese viaje al pasado, ¿te sorprendió algo?

Yo creo que a muchos artistas les pasa, veo tanto trabajo y tantas piezas que había olvidado y uno dice ‘está súperbien hecha, hay mucho trabajo para poder lograrla, ¿cómo lo hice?’. Porque esto (su carrera artística) es una pelea constante con el tiempo, con el nene para que se bañe, conque tengo que cocinar, que trabajar en el Museo, así que cuando revisé mis trabajos me di cuenta que es un triunfo. Libré la batalla y vienen más ideas y más ideas.

¿El recorrido que hará el espectador en sala es cronológico?

No, es temática. En la misma exhibición la perreta se ve de distintos modos, es orgánica. Por ejemplo, hay obras de antes y de ahora que apelan a la nostalgia y a la visión decadente de la sociedad.

¿Qué tipo de textiles prefieres?

Cualquiera. Uso todo tipo de tela, transformo sábanas, ropa para crear cosas nuevas o añadir a las ya hechas. Por ejemplo, La maldición de la cotorra (pieza con la que ganó la Beca Lexus) estaba toda cogida con alfileres y eran telones de 15 x 10 pies y me di cuenta que ha seguido creciendo desde el 2010. Aquí también creció. Y sí, he tenido que gastar chavos y comprar mucha tela también.

 Qué pieza es cercana a ti.

Tengo un proyecto de vida, 2009-2014, que ha ido creciendo con el tiempo. Es un mural y ves mi obra contenida ahí. La veo como un diario. Mis planes son que continúe y siga siendo más gigante.

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