l vecindario de Hato Rey es la combinación de tres barrios: Hato Rey Norte, Hato Rey Sur y Hato Rey Central (Censo 2010). Pero el territorio original de Hato Rey también incluyó los actuales barrios colindantes de Oriente y de Universidad. Por tanto, el antiguo Hato del Rey dio origen a cinco barrios del presente.
Si los tres barrios de Hato Rey fueran un municipio, superaría en población al 48% de los municipios del País, con aproximadamente 40 mil personas, equivalente a poco más que Vega Alta. Estos tres barrios ocupan el 11% del territorio del Municipio de San Juan, y a pesar de severas disminuciones poblacionales en los últimos cuarenta años, aún representan el 10% de su población.
Hato Rey siempre ha estado ligado con vías de comunicación. Y esta asociación comenzó en los inicios de la colonización (1519) cuando el Cabildo Secular contrató los servicios del colono Juan Martín Peña para construir un puente de piedra entre la isla grande y Cangrejos. Como es frecuente, el nombre del puente acabó nombrando al cuerpo de agua. Este vital puente y sus evoluciones colocarían al Hato del Rey como la antesala obligada de San Juan y de Cangrejos. Hasta bastante entrado el Siglo XX, Hato Rey sería la guardarraya entre lo urbano y lo rural en Puerto Rico.
La frontera sur de Cangrejos era para entonces muy incierta: no terminaba en el Caño Martín Peña como hoy, ya que incluía la aldea del Roble, que eventualmente evolucionaría como Río Piedras y reclamaría parte del territorio de Hato Rey. Pero, esencialmente, en sus inicios Hato Rey y Cangrejos eran uno
Sus albores lo relacionan al Partido de Cangrejos. Este era un poblado predominantemente de negros libertos y esclavos fugitivos de las Antillas Menores no-hispanas que se dedicaron a hacer estancias de casabe en una tierra no muy apta para ello. Eventualmente el vecindario sería una importante fuente de artesanos y trabajadores diestros de todo tipo. La frontera sur de Cangrejos era para entonces muy incierta: no terminaba en el Caño Martín Peña como hoy, ya que incluía la aldea del Roble, que eventualmente evolucionaría como Río Piedras y reclamaría parte del territorio de Hato Rey. Pero, esencialmente, en sus inicios Hato Rey y Cangrejos eran uno.
No es hasta el Siglo XVII que en el antiguo Partido de San Mateo de Cangrejos se menciona la existencia de un hato dedicado a la crianza del ganado del Rey. Los hatos eran la unidad territorial predominante en los primeros tres siglos de la colonización. Se supone que fueran las tierras menos aptas para la labranza, y que por lo tanto se dedicaran a la ceba de ganado de todo tipo -reses, caballos, cerdos y hasta ovejas- pero en la práctica la mayoría de los colonos prefirió los hatos. La agricultura para exportación era una empresa riesgosa y complicada, tanto por factores geográficos, de transportación, de capital, y por las arbitrariedades de la Corona Española. Por otra parte, los hatos proveían valiosos recursos para la subsistencia alimentaria, y excelentes productos para el contrabando con las islas vecinas, carentes por lo general de ríos permanentes y de espacio para pastos debido al intenso monocultivo de la caña. Como resultado, antes del Siglo XIX, Puerto Rico era predominantemente hatero.
*****
Adiferencia de otros barrios (como Real en Patillas) lo “real” no le vino a Hato Rey porque fuera tierra realenga, sin dueño, y por tanto propiedad genérica del Rey. Este Hato del Rey fue reservado con el propósito expreso de proveer reses para alimentar la guarnición militar de San Juan. No era el único hato así reservado, hay menciones borrosas de otros hatos reales en Toa Baja y Bayamón.
La situación alimentaria de la Isleta de San Juan era bien precaria. A pesar de su primacía económica y social, no contaba con suficiente agua dulce y tierras para cebar ganado. Por tanto dependía de la “isla” para su alimentación. Hato Rey y otros hatos principales del norte del País cobraron relevancia como abastecedores de necesidades importantes para el desarrollo de la ciudad capital.
La defensa de la plaza del Morro requería un suministro considerable de alimentos, especialmente ante la posibilidad de asedios y sitios. De poco valían las fortificaciones si no había con qué alimentar a los soldados. En el Morro se almacenaba pan de casabe y carne de res, preservados mediante la sal por hasta treinta días sin dañarse. Pero una vez se deterioraba, había que lanzar la carne al mar y reponerla con carnes nuevas. Como resultado, el abasto constante de carne de res fue la razón de ser y el origen del Hato del Rey.
*****
La corrupción siempre ha existido. En 1671, el Gobernador José de Novoa y Moscoso propuso eliminar el ganado del Hato del Rey, que “sólo servían de engordarse para trocarlos algunos vecinos por las vacas flacas de las suyas”. Los reportes de la época señalan que era singular cómo las vacas del hato eran generalmente flacas y malnutridas, pero las de sus vecinos eran gordas y saludables. Algo raro pasaba en el hato.
El Gobernador Novoa tomó medidas afirmativas al respecto. Decidió abastecer los soldados con ganado proveniente del “camino de Bayamón”. Resolvería todo con una buena dotación de sal y ordenó vender las 70 cabezas de ganado del Hato del Rey para sembrar allí casabe. La tierra se dividiría en dos sementeras, una del Rey y otra repartida entre los vecinos en lotes de aproximadamente 200 cuerdas. Los agricultores se beneficiarían de sus cosechas, pero comprometiéndose a que en caso de guerra, proveerían el casabe que requiriera San Juan a un precio fijo predeterminado. Novoa también procuró la reparación y el fortalecimiento del Puente Martín Peña para facilitar su transporte.
Pero cómo aún sucede, las buenas ideas no siempre se implantan. Los sucesores de Novoa edificaron una casa de campo en el Hato, a costa de la Real Hacienda, y repoblaron el lugar con pastizales y más de doscientas reses. El Hato del Rey emergió como un beneficio marginal de los gobernadores de turno, que lo utilizaban y explotaban para su propio provecho. Y aunque el Hato del Rey continuó produciendo reses durante el resto del Siglo XVII, su rendimiento siempre fue marginal. Se continuó almacenando carne en El Morro con mayor gasto para el Estado.
Por su parte el Gobernador Gaspar de Arredondo propuso en 1694 repartir las cabezas del Hato entre tres vecinos, para que los cuidaran a cambio de quedarse con las crías que produjesen. Esta idea sí se implantó, pero sin éxito. Los colonos se llevaron las mejores vacas del Rey y las sustituyeron por otras vacas más flacas. Afortunadamente para los españoles, la guarnición de la capital no requirió de grandes abastos de carne de res, ya que no hubo ataques de mayores durante esas décadas.
También sigue siendo frecuente recurrir a los impuestos en vez de a las soluciones. Siglos más tarde el fracaso agropecuario del Hato del Rey provocó el tributo de “la pesa” para garantizar el alimento de la tropa: un mecanismo de abasto forzoso de carne, donde cada colono tenía que aportar una cuota de ganado para el ejército. La Pesa generó muchos abusos y disgustos por siglos, hasta provocar el primer gran impasse entre colonos y gobernantes en los tiempos del Gobernador Muesas (Siglo XVIII), que para muchos, fue una de las primeras manifestaciones de un sentido nacional en el País. Pero esa es otra historia. Para finales del Siglo XVII en el Hato del Rey se combinaba la ganadería con la siembra de yuca.
Los colonos de las Islas Canarias emergieron como una solución a la escasa población de Puerto Rico a fines del Siglo XVII: no más de 666 familias en 1691. Tanta era la urgencia, que se nombró gobernador a Franco Medina con la condición de que trajera al menos veinte familias canarias. En agosto de 1695 llegaron catorce familias de las Canarias, acompañadas del propio Gobernador, y se asentaron en los sitios de Sabana Blanca o Llana y en los Robles a cultivar Cacao. Cada uno recibió una yunta de bueyes del Hato del Rey y sobrevivieron por seis meses con el apoyo de sus vecinos. Problemas de aclimatación y el poco rendimiento de las tierras asignadas llevaron a muchos de los colonos a relocalizarse a mejores tierras o a ingresar al ejército. Pero el episodio de relocalización de colonos justo al sur del Hato del Rey demuestra el interés por poblar la zona y la importante función abastecedora del Hato del Rey para proyectos de poblamiento y asentamiento.
PRÓXIMO: Del hato de vacas del rey a campo de batalla contra sus enemigos.
*****
Buró del Censo de los Estados Unidos (Censo 2010 de población y vivienda y estimados de cinco años 2009-2013); Aníbal Sepúlveda y Jorge Carbonel (Cangrejos-Santurce, Historia Ilustrada de su Desarrollo Urbano, 1519-1959, 1988); Adolfo de Hostos (Diccionario Histórico Bibliográfico Comentado de Puerto Rico, 1976 e Historia de San Juan, Ciudad Murada, 1979); Gilberto Cabrera (Puerto Rico y su Historia Íntima: 1500-1996, Tomo I, 1997); Guillermo Baralt (Tradición de Futuro: el Primer Siglo del Banco Popular de Puerto Rico 1893-1993, 1993); Memoria y Descripción de la isla de Puerto Rico mandada a hacer por S.M. el Rey Felipe II en el año de 1582 (Memoria de Melgarejo) en Aida Caro Costas (Antología de Lecturas de Historia de Puerto Rico, 1971); Pedro Tomás de Córdova (Memorias Geográficas, Históricas, Económicas y Estadísticas de la Isla de Puerto Rico, Tomo II, 1968); Fray Iñigo Abbad y Lasierra, (Historia Geográfica Civil y Natural de la Isla de San Juan Bautista de Puerto Rico, 1979); Angel López Cantos, Historia de Puerto Rico 1650-1700, 1975); Manuel Alvarez Nazario (La Herencia Lingüística de Canarias en Puerto Rico, 1972); Salvador Brau (Historia de Puerto Rico, 1906); Rafael Torrech San Inocencio (Los barrios de Puerto Rico, 1999; y Orígenes, configuración y toponimia de los barrios de Puerto Rico, 1994).
1 Comment
Saludos amigo, desde la capital del planeta te envio mi mas caluroso saludo, sabes que yo naci en Sabana Llana cuando era municipio Rio Piedras, por eso me encanta la historia tuya.
Siempre tu amigo
Rigo