“Una noticia nunca termina y nunca está todo contado”, Gabriel García Márquez
Hay días buenos y malos. ¿Los regulares?, esos abundan. Comprobar que un periodista mantenga un récord de trabajo de excelencia desde su juventud hasta su madurez plena se considera entonces un absoluto deleite. Para sus lectores, para sus colegas y para sus editores eso resultó por años leer notas periodísticas, reportajes, columnas de opinión y entrevistas de Gabriel García Márquez, desde que el Premio Nobel de literatura colombiano se asumió como periodista en sus tempranos veintes.
El libro Gabo periodista reunió a un grupo de 18 amigos, colegas y periodistas del autor, quienes seleccionaron -guiados solo por el capricho- su pieza de labor periodística favorita con la firma de éste y la comentaron. El escritor y periodista puertorriqueño, Héctor Feliciano, fungió como editor del texto comisionado por la Fundación Nuevo Periodismo Iberoamericano (FNPI) Gabriel García Márquez con base en Colombia. El laureado escritor fundó en el 1994 dicha organización para viabilizar el desarrollo de los periodistas hispanoamericanos.
“Todos se alegraron enormemente al recibir la invitación, nadie me dijo que no y lo incluyeron en sus agendas. Creo que todos tienen alguna deuda con él en el sentido de que le deben parte de su motivación por escribir, llevaban mucho tiempo leyéndolo. Otros lo conocían y eran amigos de largo rato y para ellos era muy importante dar testimonio de cómo él los había influenciado”, sostiene Feliciano.
Se refiere a lo participantes Héctor Abad Faciolince (Colombia); Jon Lee Anderson (Estados Unidos); Martín Caparrós (Argentina); Juan Cruz (España); María Jimena Duzán (Colombia); Joaquín Estefanía (España); Jean‐François Fogel (Francia); Alma Guillermoprieto (México); Enrique Santos Calderón (Colombia); Antonio Muñoz Molina (España); Teodoro Petkoff (Venezuela); Sergio Ramírez (Nicaragua); María Teresa Ronderos (Colombia); José Salgar (Colombia); María Elvira Samper (Colombia); Juan Villoro (México); y Alex Grijelmo (España).
El libro fue publicado en Colombia con el auspicio de la Organización Ardila Lülle -aliada institucional de la FNPI-, en México contó con el apoyo de CONACULTA y el fondo de Cultura Económica y, ahora en Puerto Rico, el espaldarazo lo brinda la Fundación Ángel Ramos. La presentación de este libro en Borinquen está enmarcada en la celebración del VII Congreso Internacional de la Lengua Española que tiene lugar a lo largo de esta semana.
La FNPI describe el trabajo como un volumen de 512 páginas con contenidos diseñados para ser informativos y entretenidos al tiempo que celebran la trayectoria periodística de García Márquez. Incluso resaltan que esa obra contribuyó a que en el 1982 éste recibiera el Premio Nobel de Literatura, recogiendo sus expresiones anteriores.
“El trabajo tomó dos años”, agrega Feliciano quien integra el consejo de la FNPI y recibió la invitación por parte de su director, Jaime Abello.
“La meta era darle importancia central al periodismo de Gabo que es un grandísimo escritor pero también un grandísimo periodista y él lo disfrutaba mucho; a veces el mundo periodístico lo precedía. Él hizo todo tipo de género periodístico: reportaje, reportería, crónica, notas, columnas, editoriales, fue corresponsal en Europa, fue dueño de medios, director de periódico y ese aspecto de su vida no se conocía tanto. El libro nuestro quería demostrar la gran dimensión periodística de Gabo y la idea de que empieza en el periodismo a los 20 años y sigue haciéndolo por 50 ó 60 años más”, indica sobre el autor nacido en el 1927 en Colombia y fallecido en México en el 2014.
En el libro se reproducen las piezas periodísticas comentadas por los participantes, se incluye una cronología de su carrera entre notas y reportajes, incluye fotografías relacionadas y una entrevista con su viuda, Mercedes Barcha, poco dada a ofrecerlas.
“Los escritores escogieron un artículo que los hubiera marcado mucho. Nadie escogió el mismo y eso es maravilloso. Es que hay tanto material…”, subraya Feliciano quien conoció a García Márquez en sus últimos doce años, “lo que es una verdadera pena”.
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“La mejor noticia no es siempre la que se da primero sino muchas veces la que se da mejor”, Gabriel García Márquez
En mayo del año 1948, García Márquez se estrenó como periodista con la nota, Los habitantes de la ciudad, publicada en el diario colombiano El Espectador. Ese fue el comienzo de una práctica con visos de manía que le acompañó por largos años: contar lo que atestiguaba a sus lectores, con el periodismo como el molde que daba forma a sus palabras. Sus notas publicaron en periódicos y revistas colombianas, cubanas, venezolanas y mexicanas, por mencionar algunas.
Como director editorial de Gabo periodista, Feliciano apreciaba de primera mano el conjunto de trabajos que enviaban los autores colaboradores del libro. En ese sentido, fue el primer sorprendido de que “su obra mantenga el alto nivel por tanto tiempo”.
“Ahí no hay bajas; todo es bueno, bueno, excelente, excelente. Algunos periodistas tenemos malos días, buenos días pero él no; era una cosa extraordinaria”, subraya la consistencia en su escritura.
La riqueza del idioma es también constatar que ya a los veintipico de años, él escribe columnas y empieza a hablar de lo que 25 años después será Cien años de soledad”,
Que otros puedan sentirse inspirados a alcanzar ese compromiso con sus notas, con sus títulos y su ética de trabajo periodístico es una de las semillas que el libro interesa sembrar.
“Es la idea”, admite Feliciano, “uno admira eso, aspira a eso, no lo logra pero no está prohibido aspirar. La riqueza del idioma es también constatar que ya a los veintipico de años, él escribe columnas y empieza a hablar de lo que 25 años después será Cien años de soledad“.
Porque entre las líneas de ese periodismo de estreno, ya se perfilaba la inquieta voz de un escritor en formación. “Eso es interesante, el trasvase entre su periodismo y la literatura es como un sifón; pone en práctica en el periodismo lo que acaba de leer la noche antes. Lo percibes en el uso del vocabulario y esa gran inventiva es la de un novelista”.
Éste concede que liderar este proyecto editorial es “un honor maravilloso”.
“Conocerlo, participar un poco en su vida, en sus charlas -y en esa parte parrandera y fiestera de él también- fue un gran honor. Hay un área indefinida que se llama el Caribe y uno coincide con él en eso”, acepta.
Feliciano, autor de El museo desaparecido -publicación que da cuenta sobre el esquema utilizado por los nazis para robar obras de arte de valía mundial que le valió una beca de la Escuela de periodismo de la Universidad de Columbia- y corresponsal cultural de diarios como El País de España y los estadounidenses, Los Ángeles Times y Washington Post, también se siente deudor.
“Para mi leer Cien años de soledad cuando tenía quince o dieciseis años fue una explosión de montones de cosas”, acepta.
La posibilidad de describir mundos reales y ficticios con palabras no le pareció tan descabellada. Ya un señor lo había hecho antes. Se llamaba Gabriel García Márquez.
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