01/11/2014


Explicando al Manco de Lepanto

Una narración sinfónica, creada por Alberto Rodríguez, permitió a la Orquesta Sinfónica de Puerto Rico contar la vida de Miguel de Cervantes Saavedra


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ari, tarí, torororí… Hay momentos en que no es precisamente con palabras cómo mejor se explica una pieza musical. Alberto Rodríguez relata con precisión su proceso creativo para lograr su pieza sinfónica El Manco de Lepanto, op 36, que la Orquesta Sinfónica de Puerto Rico estrenó hace poco en la Sala Pablo Casals, pero hay momentos en que mejor lo consigue si tararea sonidos.

“Entonces ahí se escucha un tari, tarí, torororí”, describe Rodríguez, profesor de guitarra en el Conservatorio de Música de Puerto Rico y egresado de la parisina Escuela Normal de Música, una de las cinco partes en que se divide la obra.

Inevitablemente la conversación retorna a esa noche. La gran noche del estreno. No era la primera vez que se sentaba en la fila D de la Sala Sinfónica santurcina con acústica de primera. Mucho menos era la primera vez que escuchaba esa pieza que hacía meses daba vueltas en su cabeza. Era la primera vez que la escuchaban otros.

“Desde antes que empezara el concierto yo estaba feliz”, dice el cayeyano sobre el tercer concierto de la Temporada sinfónica 2014-2015, “desde los ensayos lo estaba porque había visto la onda que le habían dado a la pieza. Los músicos hicieron un trabajo increíble al igual que el director de la orquesta, Maximiano Valdés. Esa noche yo solo me senté a disfrutar la pieza porque cuando los músicos la tocan es como una conversación”.

Soy público, además de músico y compositor, y me encanta serlo

Apreció además las sorpresas y la reacción del público ante esos giros musicales que tomaba la historia como el bullicio o los cañonazos que anunciaban la guerra.

“Pero no miraba alrededor para ver las reacciones”, confiesa, “más que nada porque no quería perderme nada de lo que estaban haciendo los músicos y el maestro en escena. Soy público, además de músico y compositor, y me encanta serlo”.

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uego que en octubre del 2013 el Maestro Valdés, director titular de la Sinfónica isleña y del Festival Casals, le comisionara a Rodríguez la obra, biografías de Miguel de Cervantes Saavedra se convirtieron en sus libros de cabecera con miras a crear “un mapa de su vida”.

“La orquestación de la pieza la decidí temprano, luego vino la selección de las partes de su vida que incluiría. El trabajo más fuerte comenzó a finales de mayo”, indica sobre el receso en el Conservatorio.

En su mente no solo escuchaba los acordes que contaban la vida de Cervantes sino que brindó un concierto con Pro Arte Musical junto a su hermano -con quien integra el Dúo Rodríguez y Ortiz- y grabó un disco en el que participaron músicos como Papo Lucca, Carlos Barbosa Lima, Fidel Morales, Elías Santos Celpa y Medina Carrión.

Pero una vez comenzó a trabajar la obra comisionada, ya Cervantes reclamaba toda su atención. Infancia peregrina es el primer segmento de la obra, la segunda recoge su niñez y adolescencia en el colegio de la orden jesuíta en Madrid, la tercera se concentra en su ingreso a la milicia y participación en la batalla de Lepanto y la cuarta apunta a su cautiverio en forma de esclavitud en Argel. El regreso a España, tras el encarcelamiento, se recoge en la última parte.

Rodríguez usó “la orquesta entera”. “Me fui con dos trompas, dos trombones, porque me parece que los podía manejar mejor dentro de la textura que quería hacer, dos trompetas, el clarinete bajo porque me gusta esa sonoridad, también el saxofón alto y el arpa que tiene una parte super importante en la segunda parte”, enumera solo algunos instrumentos convocados.

Unos quince minutos dura la pieza.

“En esta versión el Maestro Valdés hizo más rápida la parte final, esa es la magia de la música. Le había dicho que la forma en que él va sintiendo la música, los gestos que eso provoca en él y cómo la orquesta reacciona a esos gestos es algo que todavía me vuela la cabeza. Tú puedes ensayar una pieza y hasta planificar su ejecución pero que tantos músicos no se pierdan con un cambio que surja en el momento demuestra el nivel de la orquesta”.

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a familia allí estuvo. Los amigos y colegas también estuvieron. Pero un asistente al concierto mucho tuvo que ver en la formación del compositor: el profesor Oscar Hernández, director de la banda escolar del Colegio La Merced a la que perteneció Rodríguez.

“Él estuvo allí y eso fue especial”, relata y agrega que las felicitaciones de sus compueblanos cayeyanos (como el amigo que le escribió que “tu éxito es el éxito de todos) lo han conmovido.

Alberto Rodriguez

El compositor Alberto Rodríguez agradece la ovación del público ante la mirada de los músicos. / Suministrada

“Cayey me ha influenciado de todas las maneras”, acepta, “mi papá fue el primero que me enseñó a tocar guitarra y luego vino Julito González. Después vino la banda escolar y eso fue más definitivo. He tocado con un montón de músicos cayeyanos  y sigo vinculado al pueblo; fui profesor en su Escuela de Bellas Artes “.

Rodríguez, que además compuso Los colores de una noche negra, considera que “gracias a Dios y al trabajo duro, he tenido éxito”.

“El concierto que peor me ha ido ha estado bien”, revisa su trayectoria, “pero esto (el estreno de la obra) se salió de lo normal. Esto fue de esos éxitos que sueñas pero la realidad se le fue por encima”.

La pieza, que fue grabada, pertenece con exclusividad al repertorio de la Orquesta Sinfónica por un año y, luego de esto, “me encantaría que otros directores se interesen en tocarla”.

Que su “Manco de Lepanto” viaje lejos.

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Cinco partes en detalle:

1-Comienza con una armonía tradicional para subrayar la universalidad de la obra literaria de Cervantes y al mismo tiempo la humanidad de su figura: el hombre que escribió la más importante obra de la literatura en español también cosechó fracasos.

2-Para narrar la estadía de Cervantes con los jesuítas, quienes lo educaron, recurrió al arpa. “Fue uno de los momentos más felices de su vida y, si contamos con una arpista  en la Sinfónica como Elisa Torres que es de lo mejor, había que aprovechar ese recurso”.

3-Dos bombos, tres percusionistas y el timpani fueron sus aliados para narrar el período militar que vivió el autor. Los poliritmos y politonalidades de una marcha de guerra turca, del siglo XVI,  funcionaron para crear la ilusión que se observa a lo lejos una batalla naval.

4-Para el encierro de Cervantes en Argel, el compositor confía en el saxofón alto. Los cuatro intentos de fuga del escritor quedan consignados con un “juego de palabras musicales”.

5-Para el regreso a España usa temas del principio de la obra con igual ritmo pero sus notas son ejecutadas al revés para que el camino musical sea desandado.

3 Comments

  • Alberto Rodríguez Ortiz 02/11/2014 - 1:01 pm

    ¡Excelente artículo! ¡Gracias, Tatiana Pérez!

    • Tatiana Pérez Rivera 12/11/2014 - 8:21 pm

      Gracias por contar su historia en Lapicero Verde.

  • Maricelli Acevedo 16/12/2014 - 6:47 pm

    Qué puedo decir? Bravo Maestro!!