Para Sasha y Paul…
Pasas de una página otra sin pausa, devorando palabras y mundos que otro imaginó por ti. En el trayecto puede que se cuele el amor en escenas, parlamentos o imágenes.
No debo explicar por qué febrero trae consigo una oda infinita al amor. Sí debo subrayar que una de las más poderosas enseñanzas de la literatura es que el amor no requiere de tiempo preciso. Lo comprueban, entre muchos otros, Florentino y Fermina en El amor en los tiempos del cólera, novela de Gabriel García Márquez que se trasladó al cine protagonizada por Javier Bardem, Giovanna Mezzogiorno y Benjamín Bratt y cuya imagen es usada para ilustrar esta historia. Pero también lo hicieron otros y otras.
Disfruta estos momentos de amor logrados por la literatura.
1-El amor en los tiempos del cólera, Gabriel García Márquez
– ¿Fermina Daza te corresponde?
– No lo sé. No hemos hablado. Por eso escribo la carta. Si puedo hallar la oportunidad, se la daré, pero ella siempre está con su tía.
– Entonces debes conquistar a la tía, no a la muchacha.
2-El museo de la inocencia, Orhan Pamuk
En un primer momento creí que no había nadie. Luego vi a Füsun. Mis ojos todavía estaban intentando acostumbrarse a la penumbra después del sol de mediodía, pero, por algún extraño motivo, el corazón se me subió a la boca, hinchado como una gigantesca ola que está a punto de romper contra la orilla.
3- Voces del desierto, Nélida Piñón
Scherezade atiza la imaginación del Califa, jamás su deseo.
4- Guanina y Sotomayor, leyenda
– Yo iré contigo, dijo Guanina, no quiero abandonarte. En la vida o en la muerte quiero estar a tu lado.
5-El olvido que seremos, Héctor Abad Faciolince
Mi mama era la única que no creía en estos rumores, nunca, ni al final y hasta se enojaba cuando se los transmitían: “¡cómo se les ocurre, a Héctor no le pueden hacer nada!”. Para ella mi papá era un hombre tan bueno que nadie jamás se atrevería a atentar contra él. Dos semanas después, cuando su marido ya estaba muerto, aunque estaba deshecha, intentó volver a trabajar y se fue a revisar “El Establo”, que era como le decían al edificio de las “vacas sagradas” de Medellín, es decir, de sus industriales y hombres de negocios más ricos… De un momento a otro no aguantó más el dolor y la tristeza y se sentó en las escaleras a llorar desconsoladamente. En eso entraba a su apartamento don José Gutiérrez Gómez, que había sido fundador de la Asociación Nacional de Industriales. Don Guti se le acercó, intentó levantarla y mi mamá tuvo que decirle: “Ya dudo de todos ustedes; no sé si he sido una infame y una ingenua administrando los edificios de la gente más rica de Medellín. A mi me parece que entre ellos están los que dieron la orden de que mataran a Héctor, aunque no lo digo por usted, Don Guti”. El señor Gutiérrez la acompañó, sin decir una sola palabra, mucho rato, sentado al lado de ella en las escaleras.
6- Dios es redondo, Juan Villoro
Madonna y el sexo
Uno de los sitios más atribulados de Occidente es el corazón de Verónica Ciccone, la rubia oxigenada que recorre el mundo con el apodo de Madonna. En Italia 90, la Chica Material declaró su amor por Baggio. Ocho años después, ha preferido ser más precisa en sus pasiones: “Cuando veo a Zamorano pienso en sexo”. El intenso empate que los cracks lograron ante la ligadora más famosa de la cultura de masas se reprodujo en el terreno de juego.
7- Tinísima, Elena Poniatowska
17 de enero de 1929
-Conteste mis preguntas, diga usted, ¿en qué fecha conoció a Julio Antonio Mella?
-Durante la campaña de Sacco y Vanzetti, pero no lo traté personalmente.
-¿En qué fecha la requirió de amores?
-El año pasado en el mes de julio; le correspondí en septiembre. Solo alcanzamos a vivir juntos cuatro meses.
-¿No tenía usted relaciones con ninguna otra persona?
-Ya le dije que al escoger a Mella me desligué de un compromiso anterior.
-¿Dónde conoció a Xavier Guerrero?
-En Los Ángeles. Fue enviado por la secretaría de la industria a una exposición de artes populares, en 1923, antes de que me instalara definitivamente en México.
-¿Amaba usted a Guerrero y a Mella?
-No al mismo tiempo.
8- La canción de Salomón, Toni Morrison
-No necesito ni una muñeca ni una niña. Necesito una mujer. Una mujer hecha y derecha que no le tenga miedo a su papá y tú no quieres serlo, Corintios.
9- La ridícula idea de no volver a verte, Rosa Montero
Ya se sabe que sufrir de mal de amores es como marearse en un barco: a la gente tu estado le parece divertido, pero tú te sientes morir.
10- El leopardo al sol, Laura Restrepo
-Entonces es cierto lo que dicen. Que La Muda le llevaba muchachas a Arcángel para espiarlo cuando les hacía el amor.
Ardida en amores secretos y perdida en hormigueos bajo sus arneses de hierro, la tía solitaria se oculta en el cuarto vecino y observa al sobrino idolatrado…
-A lo mejor se acariciaba ella misma mientras espiaba en la oscuridad…
-No podía. ¿Cómo iba a poder con un cinturón de treinta y seis dientes filudos por delante y quince por detrás?
-¿Qué hizo el niño Arcángel cuando se dio cuenta de que su tía lo espiaba?
-En ese preciso momento se volvió adulto.
11-Sirena Selena vestida de pena, Mayra Santos Febres
-Y dime, corazón, ¿cuándo hacemos una cita?
12-Ana Karenina, León Tolstói
-He oído decir que las mujeres aman a los hombres hasta por sus vicios -empezó de repente-, pero yo odio a mi marido por su bondad.
13- Barra china, Manolo Núñez Negrón
Yuga no dice nada pero Yombina sabe que está procesando el altercado. Avergonzada le ha contado todo y luego le ha puesto sobre el regazo una maleta con sesenta mil dólares en efectivo, dócil y ladina.
-Quédatelo. Es parte de lo que he hecho aquí.
14- Del rojo de su sombra, Mayra Montero
Y cumplió su promesa. Desde entonces se vio en la necesidad no solo de rechazar de vez en cuando a su marido, sino también de abandonar del todo a Jérémie Candé. Toleró en silencio los avances de su hijastro, que no lograba resignarse…
15- Don Quijote de la Mancha, Miguel de Cervantes Saavedra
Carta de Sancho Panza a Teresa Panza, su mujer,
Si buenos azotes me daban, bien caballero me iba: si buen gobierno me tengo, buenos azotes me cuesta. Esto no lo entenderás tú, Teresa mía, por ahora: otra vez lo sabrás. Has de saber, Teresa, que tengo determinado que andes en coche, que es lo que hace al caso, porque todo otro andar es andar a gatas. Mujer de un gobernador eres: ¡mira si te roerá nadie los zancajos! Ahí te envío un vestido verde de cazador que me dio mi señora la duquesa; acomódale en modo que sirva de saya y cuerpos a nuestra hija. Don Quijote mi amo, según he oído decir en esta tierra, es un loco cuerdo y un mentecato gracioso, y que yo no le voy en zaga. Hemos estado en la cueva de Montesinos, y el sabio Merlín ha echado mano de mí para el desencanto de Dulcinea del Toboso, que por allá se llama Aldonza Lorenzo: con tres mil y trecientos azotes, menos cinco, que me he de dar, quedará desencantada como la madre que la parió. No dirás desto nada a nadie, porque pon lo tuyo en concejo, y unos dirán que es blanco y otros que es negro. De aquí a pocos días me partiré al gobierno, adonde voy con grandísimo deseo de hacer dineros, porque me han dicho que todos los gobernadores nuevos van con este mesmo deseo; tomaréle el pulso, y avisaréte si has de venir a estar conmigo o no. El rucio está bueno y se te encomienda mucho y no le pienso dejar aunque me llevaran a ser Gran Turco. La duquesa mi señora te besa mil veces las manos: vuélvele el retorno con dos mil, que no hay cosa que menos cueste ni valga más barata, según dice mi amo, que los buenos comedimientos. No ha sido Dios servido de depararme otra maleta con otros cien escudos como la de marras, pero no te dé pena, Teresa mía, que en salvo está el que repica, y todo saldrá en la colada del gobierno; sino que me ha dado gran pena que me dicen que si una vez le pruebo, que me tengo de comer las manos tras él, y si así fuese, no me costaría muy barato, aunque los estropeados y mancos ya se tienen su calonjía en la limosna que piden: así que por una vía o por otra tú has de ser rica y de buena ventura. Dios te la dé, como puede, y a mí me guarde para servirte.
Deste castillo, a veinte de julio 1614.
Tu marido el gobernador
Sancho Panza
Y la ñapa:
Goyito Sabater, El Gran Combo de Puerto Rico
Yo, yo quiero ser tus momentos,
y también tus alegrías
y yo darte todo el tiempo, de toda esta vida mía
y por eso a Sabater
lo tienen en siquiatría.
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