odas, todas, todas las veces que el fotógrafo Joe Colón retira el poderoso lente de su cámara del sujeto que deja el alma en la tarima del Puerto Rico Heineken JazzFest para observar el público, los rostros con los que se topa tienen la misma expresión. “Están con la boca abierta”, asegura el artista del lente que lleva 23 años seguidos documentando el evento que cuando el próximo jueves 26 de marzo comience, celebrará su 25ta edición. La fiesta seguirá hasta el 29 de marzo en el Anfiteatro Tito Puente en San Juan.
El jazz tiene algo de efímero. Cuando coinciden en tarima músicos o cantantes tiene lugar una interpretación que nunca será igual. Jamás. Ni porque la repitan minutos después de acabarla. Lo sabe el público y lo saben los músicos, de ahí la especial unión que sucede en este festival, cita por excelencia en Puerto Rico para quienes aprecian la ejecución musical precisa y honesta.
“El jazz te crea una situación donde el músico y el público establecen una relación simbiótica en la que la energía de uno la captura el otro que la transforma y la devuelve. Ahí está el alma de esto. El público del jazz está abierto y despierto y quiere participar”, explica Luis Álvarez, vicepresidente de la División de Licores de Méndez & Co y productor del evento.
Éste compara un concierto de música pop con una noche de jazz; si en el primero el cantante no interpreta el tema idéntico a como lo grabó en el disco, el público sale defraudado.
“Pero en el jazz, el público conoce el estándar y la canción pero quiere que el músico le enseñe ‘lo que tú haces ahora, en este momento’. Y si oyen la misma pieza en dos meses en Italia o en Nueva York la esencia será la misma pero no la presentación”, compara Álvarez sentado en su oficina que bien delata su pasión por la música -carteles, fotos del festival, micrófonos y radios antiguos piden atención- así como por la aviación.
Por eso escenarios como el Anfiteatro Tito Puente son idóneos para lograr “esa atmósfera” instigadora de la complicidad y la originalidad.
“Para que cualquier elemento artístico se desarrolle en la sociedad tiene que haber artistas buenos, y aquí los hay, pero también tiene que haber un público bueno que sepa apreciar la virtuosidad del artista. En el jazz se da esa relación simbiótica de ‘tú me das y yo te doy’ y el elemento de improvisación es importante para lograr eso”, insiste Álvarez.
Entonces están las condiciones ideales para que suceda esto que tantas veces ha visto Colón, entre otros fotógrafos que consistentemente han documentado con respeto y pasión el festival como son José Rodríguez, Miguel Maldonado, Conrado Pastrana o Carlos Salas, entre otros.
El artista -ya sea Tito Puente, Patato Valdés, Mongo Santamría, Michel Camilo, Cachete Maldonado o Eddie Palmieri- y el cantante -desde Betty Carter y Dianne Reeves a Gal Costa-, están en lo suyo y ahí está el fotógrafo, silente, registrando gestos y emociones que provocan tanto notas musicales como palabras.
“Es importante que ellos te permitan capturarlos en su mundo, eso es fantástico”, afirma Colón, “además el Heineken es mágico por todo, por la cultura nuestra que es bien musical pero también somos silenciosos y respetuosos del momento. El que le gusta el jazz se lo goza de una manera tremenda”.
Siempre giro la cámara hacia ellos de manera sigilosa y todas las expresiones son iguales: con la boca abierta, especialmente si hay una ejecución sobrenatural
Ese gozo Colón lo ha consignado. Esa boca abierta como reacción a un momento irrepetible que atestigua el espectador la ha visto una y otra vez a lo largo de los años.
“Siempre giro la cámara hacia ellos de manera sigilosa y todas las expresiones son iguales: con la boca abierta, especialmente si hay una ejecución sobrenatural. También puede haber una sonrisa o están moviéndose porque aquí hay una conexión bien fuerte y especial entre el público y el músico”, subraya Colón.
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Luego de un set formidable de Gonzalo Rubalcaba junto a Eddie Gómez e Ignacio Berroa, el público pide otra. ¡Pero no había otra! Los músicos de Rubalcaba no llegaron por problemas de visa y, con tan solo un breve ensayo, este trío improvisado no tenía ni idea de qué tocar como encore. Los escuché al lado de la tarima nombrando canciones, escogieron Perfidia y se lanzaron sin plan alguno. La pieza quedó genial y seleccionada para el CD del 1995″, contó Joey Sala, maestro de ceremonias del evento a José Luis Díaz de Villegas, fenecido autor y artista para el libro que editó: Imágenes a ritmo de jazz: 20 años del Puerto Rico Heineken JazzFest que compila memorias e imágenes.
“Yo me voy a ir bien atrás”, advierte Joe Colón sobre el momento que agradece haber atestiguado como fotógrafo. Se trata de la participación de la pianista Diane Kraul en el 1997 cuando el festival se celebraba en el Parque Sixto Escobar del Escambrón, en el Viejo San Juan.
“Fue un momento místico. Esa rubia se sentó allí y comenzó a tocar cuando el sol se estaba poniendo. Yo estaba backstage para cogerla de frente a mi y con el público detrás. Para sorpresa mía me encuentro con una pelota de sol detrás que me le hace silueta al público que estaba emocionado. Fue un momento íntimo para todo el mundo. La naturaleza combinada con el jazz al máximo”, cuenta de esa edición en la que el salitre le empañaba el lente de su cámara.
“Nunca se me olvidará cuando Cachao estaba tocando. Elías Lópes y Caunedo habían sido reclutados para reforzar los metales y los vientos estaban vacilando de lo lindo. En eso se me ocurrió mirar para atrás y estaba el anfiteatro entero bailando en las gradas”, contó un fanático anónimo otra anécdota con el sello del JazzFest en el libro antes mencionado.
Esa fue la única vez que Paco sonrió en todo su concierto. Esas cosas no se supone que se den y se dan
El productor del evento no quiere ser injusto con sus recuerdos. Le es difícil escoger uno y lo advierte. Pero inevitablemente los más significativos -o recientes- saltan en la conversación. “Es que son tantos”, se excusa Álvarez.
“Raras veces me doy cuenta en el momento”, afirma el productor, “porque uno está pendiente de mil cosas; es cuando ves un vídeo o alguien te comenta. Pero mira, para mi fue un momento mágico cuando Paco de Lucía, que en paz descanse, invitó a Abraham Laboriel a tocar con él. Sabes qué, esa fue la única vez que Paco sonrió en todo su concierto. Esas cosas no se supone que se den y se dan”.
“¿Tú sabes lo lindo de esto?”, afirma Colón, de otra parte, sobre esos momentos inesperados en el JazzFest, “el público sabe que eso puede suceder porque este público sabe mucho. Cuando se juntan grandes caballos con los que están empezando saben lo que viene por ahí pa’ abajo. Lo impresionante es ver lo sorprendidos que quedan los músicos europeos o anglosajones después de esos juntes y hasta luego llaman a esos músicos para que graben con ellos. Son cosas que no imaginaron”.
Este año participan en el JazzFest Julito Alvarado Jazz Group, Millo Torres y el Planeta Jazz, David Sánchez Quintet, Eddie Gómez Quartet, Volcán, Larry Monroe’s On The Road, Michel Camilo Three+Three, Abraham Laboriel Open Hands, Eddie Palmieri Afro Caribbean Jazz Septet, Giovanni Tommaso Consonanti Quartet y la esperada PRHJF 25th Anniversary All-Star Presentation que dirigirá Michel Camilo. Promete ser un refinado experimento en vivo.
Álvarez asegura estar complacido y orgulloso del programa de esta edición y, claro está, del junte final.
“Hay gente que hace su show en días anteriores y siempre se queda para ese junte final. El músico de jazz que vive de esto necesita la parte económica pero lo que esto aporta a su parte espiritual y artística es mucho más valioso de lo que se pueden llevar de dinero y te das cuenta en el carácter conque hacen todo. Tu ves un Michel Camilo que siempre está con esa sonrisa que desborda energía positiva, un Abraham Laboriel que te advierte ‘perdonen si yo me emociono pero hablar de música a gente que quiere hablar de música es lo máximo’, y estás hablando del papá del drummer de Paul McCartney. Por ahí te puedo decir un montón de músicos más”, apunta Álvarez.
No todas las emociones suceden en el escenario o durante las charlas magistrales que los músicos suelen ofrecer a estudiantes en escuelas y universidades de música del país. Bilo Cabrera, identificado como uno de los colaboradores del JazzFest desde que empezó, compartió una en el libro Imágenes a ritmo de jazz: 20 años del Puerto Rico Heineken JazzFest que habla de respeto.
“Antes de un concierto había un grupo que estaba ensayando con tambores batá, pero legítimos, y al Iyá, el más grande, se le rompieron unas cuerdas de las que sujetan los cueros. Nadie sabía qué hacer y a mi se me ocurrió traer a Cachete Maldonado, de Batacumbele. Cachete se fue y volvió al rato con cuerdas nuevas, vestido de blanco y con collares al cuello. ‘Apúrate’, le dijimos, que ahorita les toca’. Cachete se viró y sin apuros dijo: ‘No, no, suave, que al tambor hay que pedirle permiso y darle las gracias antes de poner las cuerdas’. Y así lo hizo”.
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Primero fue en la Plaza Dársena, luego se mudó al Parque Sixto Escobar en El Escambrón hasta que llegó al Anfiteatro Tito Puente localizado en el Parque Luis Muñoz Marín. “El Heineken”, como se le conoce popularmente, siempre ha estado en San Juan.
La jornada musical requiere de una inversión de $750 mil y de todo el cariño y empeño que le regalan los empleados del Departamento de Licores de Méndez & Co., (“ellos le meten alma, vida y corazón”, enfatiza Álvarez), entre otros amigos y patrocinadores.
“También son el alma de esto porque comulgan con la razón de ser del festival que es proveer un instrumento al desarrollo del género, de los músicos y los estudiantes de música de Puerto Rico. La razón del éxito en estos 25 años de este festival es porque es el instrumento para hacer el Programa Berklee en Puerto Rico”, declara Álvarez sobre la alianza con la prestigiosa Berklee College of Music en Boston.
Esto significa que con la ayuda vital de la Fundación Banco Popular, Triple S, Liberty de Puerto Rico, Fieddler & González además de Carrión, Laffite y Casellas se audicionan 350 estudiantes de toda la isla de los cuales 150 toman cursos en la Escuela de Bellas Artes de Carolina con doce profesores de Berklee. Las clases van desde teoría de la música hasta composición, técnica vocal, entre otros, además de los laboratorios en que tocan en diferentes conjuntos. Luego pueden optar por continuar estudios en la universidad musical en Boston ya que varios cursos allí son validados.
“Venimos haciendo esto hace 21 años”, dice Álvarez con similar rostro de satisfacción que de seguro le provoca una interpretación “mágica” en el JazzFest.
“De la misma forma que el músico en el escenario del JazzFest quiere recibir la energía del público”, expone el productor, “allí el estudiante quiere absorber lo mismo del profesor. Quizás el maestro le está hablando al guitarrista (en una clase) pero el timbalero está escuchando porque le puede sacar algo. Y verlos aquí es una cosa pero cuando pasan allá (Boston) es distinto porque está el clima, el idioma, la comida, están lejos de casa pero tienen unas ganas de aprender y una felicidad que es maravilloso”.
Va a haber cambios en el diseño de la tarima y en el evento para que sea más mercadeable, el festival ha logrado un equity en estos 25 años y queremos capitalizarlo sin comercializarlo. La alegría de los músicos y de la gente, eso hay que capturarlo
Este año el Heineken Jazz Fest se filmará para documentarlo. Ya se han hecho grabaciones discográficas de las ediciones, ahora los 25 años integran la imagen.
“Se está haciendo un especial aprovechando un beneficio de la PR Film Commission. Va a haber cambios en el diseño de la tarima y en el evento para que sea más mercadeable, el festival ha logrado un equity en estos 25 años y queremos capitalizarlo sin comercializarlo. La alegría de los músicos y de la gente, eso hay que capturarlo”, revela Álvarez la consigna.
Cuentan que cuando se llamaba San Juan Heineken JazzFest, en la edición de 1989 que se celebró en la Plaza Dársena, Giovanni Hidalgo tocaba sus congas cuando un crucero comenzó a anunciar con su sirena que partía de la bahía sanjuanera. Cada vez que decía adiós con su sirena, Giovanni contestaba en las congas con el mismo ritmo.
La alegría de la música en su máxima expresión. Esas cosas también suceden en “el Heineken”.
ITINERARIO
jueves 26 de marzo
- 8:00 p.m. Julio Alvarado
- 9:30 p.m. Millo Torres y el Planeta Jazz
viernes 27 de marzo
- 8:00 p.m. David Sánchez Quintet
- 9:30 p.m. Eddie Gómez Quartet
- 11:00 p.m. Volcán
sábado 28 de marzo
- 8:00 p.m. The Larry Monroe & Donna McElroy Nonet
- 9:30 p.m. Michel Camilo Three +Three
- 11:00 p.m. Abraham Laboriel Open Hands
domingo 29 de marzo
- 6:00 p.m. Eddie Palmieri Afro-Caribbean Jazz Septet
- 7:30 p.m. Giovanni Tomasso Consonanti Quartet
- Cierre PRHJF 25th Anniversary All-Star Presentation
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