rte de calidad por menos de $2 mil. Esa es la propuesta de un grupo compuesto por artistas jóvenes puertorriqueños y la galerista Sylvia Villafañe, quienes desde Galería Petrus han iniciado un movimiento que pretende sacudir el aletargado mundo de la compraventa de arte plástico en Puerto Rico.
Melissa Vargas, Bobby Cruz, Admin Torres, Lorna Otero, Orlando Meléndez, José López, Tania Monclova, William Bass, Nelson Figueroa, Howard Orsini, Carlos Santiago, Madiam Porrata Doria, Félix Carmelo Ríos, Santiago Flores Charneco y Samuel Toro Rosa son los creadores que han presentado obra en lienzo, entre mediano y gran formato, en los tres eventos que al momento han realizado: 1800: not the year, nor the tequila, it’s the price; 1000: not the perfume, nor likes, it’s the price y, más recientemente, 1,500: not meters, nor posts, it’s the price. Los tres eventos han resultado exitosos en ventas y, como concepto, se repetirán en el espacio de arte situado en Miramar.
“Todo comenzó como una ola fugaz y creativa”, aceptó Villafañe, “buscando una alternativa al cese de la adquisición de arte por parte de los coleccionistas y compradores que visitan las galerías. Mucho se habla que el arte no se vende, del cierre de galerías, de que los artistas no tienen con qué comprar materiales, pero quién ha hecho algo para cambiar esto”.
Se le ocurrió cambiar el paso y el ritmo que llevaba, vender “buenas obras de gran calidad, buen tamaño y a precio accesible” para alcanzar tanto a coleccionistas usuales como a aquellos que siempre han querido una pieza de arte puertorriqueño pero no habían podido adquirirla.
“El primer paso fue pensar qué artistas estarían dispuestos a crear obras de mediano y gran tamaño, de buena calidad y que los precios fluctuaran entre $1000 y $1,800. Llamé varios artistas -con estudios, con experiencia- y dijeron que sí inmediatamente. Me comentaban que estaban conscientes del problema económico que atraviesa la isla pero que también estaban deseosos de poder seguir produciendo arte”, explica Villafañe quien reconoce que la época de cifras impresionantes en la venta de arte del patio está en suspenso y que los creadores jóvenes pertenecientes a la generación millenials se comprometieron de inmediato.
“El segundo paso fue cómo enfrentar el mercado con una propuesta llamativa y que llevara el mensaje de que en estos momentos todavía se puede conseguir buen arte a buen precio”, comentó.
Así nació un movimiento que bautizó Generación Reactiva, integrada por más de catorce artistas -en su mayoría residentes en la isla- pero también en el exterior.
“Me gusta lo que ha traído esto, la gente llega -como antes- con la euforia de comprar una pieza que desea hace tiempo”, insiste sobre público de todas edades y trasfondos artísticos y económicos.
Generación Reactiva tiene un lema: “el arte no se quita, seguimos y sobreviviremos”.
Les toca demostrarlo trazo a trazo.
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