e todas las tradiciones navideñas, la celebración de los Tres Reyes Magos es la más arraigada en nuestra cultura y la que evoca mayor sentimiento de puertorriqueñidad. ¿Cuál es su origen? ¿Cómo ha evolucionado la leyenda de los Tres Reyes Magos a través de los siglos?
Las únicas menciones bíblicas a los Tres Reyes Magos provienen del Evangelio de San Mateo (Mateo 2:1-12) en el Nuevo Testamento:
1.- Cuando Jesús nació en Belén de Judea en días del rey Herodes, vinieron del oriente a Jerusalén unos magos,
2.- diciendo: ¿Dónde está el rey de los judíos, que ha nacido? Porque su estrella hemos visto en el oriente y venimos a adorarle.
3.- oyendo esto el rey Herodes se turbó, y toda Jerusalén con él.
4.- y convocados todos los principales sacerdotes, y los escribas del pueblo, les preguntó donde había de nacer el Cristo.
5.- Ellos le dijeron: En Belén de Judea; porque así está escrito por el profeta:
6.- y tú, Belén, de la tierra de Judá, no eres la más pequeña entre los príncipes de Judá; porque de ti saldrá un guiador, que apacentará a mi pueblo Israel.
7.- Entonces Herodes, llamando en secreto a los magos, indagó de ellos diligentemente el tiempo de la aparición de la estrella;
8.- y enviándolos a Belén, dijo: Id allá y averiguad con diligencia acerca del niño; y cuando le halléis, hacédmelo saber, para que yo también vaya y le adore.
9.- Ellos, habiendo oído al rey, se fueron: y he aquí la estrella que habían visto en el oriente iba delante de ellos, hasta que llegando, sobre donde estaba el niño.
10.- Y al ver la estrella se regocijaron con muy grande gozo.
11.- Y al entrar en la casa, vieron al niño con su madre María, y postrándose, lo adoraron; y abriendo sus tesoros, le ofrecieron presentes: oro, incienso y mirra.
12.- Pero siendo avisados por revelación en sueños que no volviesen a Herodes, regresaron a su tierra por otro camino.
Se atribuye los textos del Evangelio de Mateo a uno de los doce apóstoles, también conocido como Leví, publicano y recaudador de impuestos en Cafarnaúm. Mateo y Juan son los dos únicos evangelistas que conocieron a Jesús, mientras que Marcos y Lucas fueron discípulos de los apóstoles Pedro y Pablo, respectivamente. Se relata que Mateo predicó por quince años en Judea y posteriormente marchó a Etiopía, en donde fue martirizado, aunque otras fuentes lo ubican muriendo en Partia, al nordeste del actual Irán. Su evangelio, escrito originalmente en Arameo, fue el segundo más antiguo entre los cuatro evangelios y el más antiguo de los que fueron escritos por apóstoles. El Evangelio de Lucas, el más detallado, letrado y completo de los cuatro, es posterior, por lo que a muchos extraña que no mencione a los Magos de Oriente.
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En el diálogo con Herodes, los Magos conocen y citan el nacimiento del Rey de los Judíos en Belén como el cumplimiento de una profecía. Esta se encuentra en Miqueas 5:2-5 “Pero tú, Belén Efrata, tan pequeña entre las familias de Judá, de ti ha de salir el que será Señor en Israel”
Múltiples otras profecías han sido interpretadas como premoniciones de la adoración de los Magos, y en ocasiones, han moldeado y caracterizado su leyenda. Por ejemplo, en el Viejo Testamento, específicamente en el Salmo 72:10 se anticipa la venida del Redentor y su adoración por reyes foráneos. El verso 10 dice “Los reyes de Sheba y de Seba ofrecerán dones.” y el verso 15 dice “Y vivirá, y darásele del oro de Seba.”
Isaías (59:20-21 y 60:1-6) también anuncia la llegada de extranjeros a adorar al Niño Jesús, los ubica en dromedarios alusivos a otros reinos y anticipa los regalos de oro e incienso:: “Y vendrá el Redentor á Sión… Multitud de camellos te cubrirá, dromedarios de Madián y de Epha; vendrán todos los de Seba; traerán oro é incienso, y publicarán alabanzas de Jehová.”
Entonces nace una leyenda. Con apenas esta evidencia a mano ¿cómo llegamos a construir que eran tres, qué eran reyes, y qué eran magos; y todas las mágicas alegorías y leyendas que hoy recubren la imagen, los orígenes y las personalidades de los reyes?
La epifanía, término que es hoy sinónimo de la adoración de los Magos, es una palabra de origen griego -“epiphaneia”- que significa aparición, manifestación o fenómeno. La epifanía inicial tenía más que ver con la aparición o manifestación divina a los humanos que con la adoración de los Magos. Por tanto, originalmente la Iglesia Católica Romana reconocía tres epifanías. La del nacimiento de Jesús y la manifestación de lo divino a los Magos; la Epifanía de Juan el Bautista en el Río Jordán ante la aparición del Espíritu Santo a Jesús a través de la paloma blanca; y la Epifanía del milagro de Caná, con el que Jesús se hizo famoso y comenzó su ministerio. Pero hoy en día, se aplica casi exclusivamente a los Magos.
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¿Realmente eran tres? En ningún lugar del Evangelio se menciona que hayan sido tres los reyes o magos de oriente de la Epifanía. El número surge de los tres regalos que ofrecieron al Niño Jesús: oro por ser rey, incienso espiritual por ser Dios, y mirra, un perfume que se usaba en los cadáveres, para significar su carácter mortal y anticipar su martirio. Sin embargo, el evangelio apócrifo Armenio de la Infancia (atribuido a Santiago, supuesto hermano de Jesús) menciona aún más regalos: Melchor aportaba, mirra, áloe, muselina, púrpura, cintas de lino, y también los libros escritos y sellados por el dedo de Dios; Gaspar aportaba nardo, cinamomo, canela e incienso; y Baltasar traía oro, piedras preciosas, perlas finas y zafiros de gran precio.
Algunas fuentes hablan de cuatro, siete y hasta doce visitantes. Por ejemplo, un manuscrito del Siglo VIII titulado la “Revelación de los Reyes Magos” que es a su vez una transcripción de un libro escrito a menos de 100 años de la redacción del Evangelio de San Mateo,” indica que fueron aproximadamente una docena, no señala los regalos hechos al Niño Dios y dice que estos provenían de Shir, que el traductor del libro ubica en China. Esto último ha sido muy disputado, ya que la palabra Shir es de raíz persa y también pertenece al vocabulario hindú. En el caso de los armenios, cada uno de los doce cuenta con un nombre diferente.
No es hasta el siglo 4 después de Cristo que se reducen a tres magos. Un siglo más tarde surgen los nombres de Baltasar, Melchor y Gaspar a través de un texto perdido y un evangelio apócrifo. El texto, llamado Excerpta Latina Barbari, se les llama Bithisarea, Melichior y Gathaspa. Y en el apócrifo Evangelio Armenio de la Infancia se dice que se llamaban Balthazar, Melkón (Melchior) y Gaspard. Más tarde ese mismo siglo, el Papa León I oficializa la triada y los nombres de Melchor (Persia), Gaspar (India) y Baltasar (Arabia). Aún así, constan aún algunos artes antiguos en donde aparecen cuatro y dos magos adoradores.
De todos modos, fueran tres o doce, es también poco probable que viajaran solos. Tanto por su seguridad, como por su jerarquía como reyes o por su estatus social como sabios científicos, los viajeros debieron haber estado acompañados de un considerable séquito, que posiblemente fue lo que le llamó la atención a Herodes y le validó su prominencia. Por ejemplo, el apócrifo Evangelio Armenio señala que los Magos de Oriente llegaron a Jerusalén luego de nueve meses de travesía acompañados de un ejército numeroso.
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Inicialmente no se habla de reyes, sino de magos. No es correcta la interpretación de magos como encantadores, lo que sería incompatible con la tradición judáica, que los condenaba. Es más correcto hablar de sabios. Su origen, la palabra elamita ma-ku-ish-ti, evolucionó como ma-gu-u-sha en lengua persa y en el acadio como ma-gu-shu. De ahí llegó al griego como μαγός (mάgoi) que se traduce como “magos” en algunas versiones de la biblia y como “sabios” en otras. Y de ahí llega al latín como magi.
Su filiación astrológica surge del hecho de seguir la estrella, pero tanto su conocimiento astrológico como la misma estrella guía han sido disputados como triviales por algunas fuentes
Hay diversas versiones de qué era en realidad un mago para esos tiempos. Unas la asocian con una clase de hombres sabios persas, posiblemente sacerdotes, hombres de ciencia, e intérpretes de señales especiales, sobre todo en la astrología. Su filiación astrológica surge del hecho de seguir la estrella, pero tanto su conocimiento astrológico como la misma estrella guía han sido disputados como triviales por algunas fuentes.
Algunos historiadores los han vinculado con el zoroastrismo, que al igual que la religión judeo-cristiana cultiva una tradición mesiánica y que proviene de Persia y de varios siglos antes de Cristo. Un vector geopolítico asoma en este posible origen, ya que los Persas y los Romanos eran grandes rivales para entonces, y un nuevo rey judío podría ser un factor desestabilizador para los intereses romanos en Judea.
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La interpretación de los Magos como reyes responde en muchas maneras a la necesidad de la Iglesia de validar en ellos algunas de las profecías ya mencionadas y de resaltar el carácter internacional del Cristianismo. Algunas versiones muy antiguas ubican a los magos como sabios de Israel, similar al episodio de Jesús adolescente perdido y hallado discutiendo con los sabios en la sinagoga. Pero en poco tiempo el origen de los Magos se proyectó a otras partes del mundo.
Otra versión antigua, cónsona con el Zoroastrismo y con su rivalidad con los Romanos, ubica a los Magos en Persia, precisamente al Oriente de Israel. Las historias de Persia y Judá estaban fuertemente vinculadas: decenas de miles de judíos fueron exilados a Babilonia siglos antes del nacimiento de Jesús y mantuvieron una gran presencia allí durante muchos siglos.
Daniel fue un influyente funcionario en Babilonia antes del exilio y allí predijo la venida del Mesías en el Antiguo Testamento: “…que desde la salida de la orden para restaurar y edificar a Jerusalén hasta el Mesías Príncipe, habrá siete semanas, y sesenta y dos semanas; se volverá a edificar la plaza y el muro en tiempos angustiosos. Y después de las sesenta y dos semanas se quitará la vida al Mesías… (Daniel 9:24-26). Así también las palabras de Balaam: “Saldrá estrella de Jacob” (Números 24:17). En una de las representaciones más antiguas (Siglo VI) de los Reyes Magos con sus nombres tradicionales, en la Iglesia de San Apolinar Nuovo (Italia), éstos aparecen ataviados con vestimentas persas.
A fines del 2012, Joseph Ratzinger, el exPapa Benedicto XVI, aportó la versión más reciente y del origen de los Reyes Magos. Según su libro i, haciendo referencia al evangelista Mateo y al profeta Isaías, los Reyes no venían de oriente, sino del extremo más occidental y distante del mundo conocido en aquel momento: en un reino llamado Tarsis o Tartessos ubicado en algún punto entre las provincias de Huelva, Cádiz y Sevilla, en la Andalucía actual. Esta ubicación validaría como certera la tradición folklórica puertorriqueña de montar a los Reyes Magos en caballos, en vez de en camellos y dromedarios.
Con el tiempo, los Reyes Magos de Oriente se convirtieron para la Iglesia en una representación de la pertinencia de la fe católica a paganos, gentiles y personas de otras extracciones y nacionalidades no judías. Este origen le da mayor autoridad tanto a las predicciones mesiánicas de la tradición judaica como a la proyección de Jesús como un profeta universal.
Por tanto, la Iglesia Católica le dio crédito a un relato de que el Apóstol Tomás encontró a los Reyes Magos en Saba, los consagró y los ordenó obispos, y allí fueron martirizados en el año 70 después de Cristo. Por tanto fueron canonizados, y sus restos traídos primero a Costantinopla y en el Siglo 12 a Colonia, donde su sarcófago y recuerdo aún son venerados en una catedral gótica, entre las más prominentes de Europa. Además, un Rey Mago de raza negra fue añadido en el Siglo 14 y oficializado en el Siglo 16, representado universalmente por Baltasar (aunque en Puerto Rico se le ubica tradicionalmente como Melchor) quien hasta entonces había figurado como un hombre árabe blanco.
Como resultado, tanto la leyenda como la iconografía actual refuerza esta universalidad de los Reyes Magos haciéndolos representantes de tres diversas regiones geográfica fundamentales (África, Asia y Europa), de diversas edades (un rey viejo, uno maduro y otro joven) y de las tres razas conocidas en la antigüedad. Así la epifanía trasciende el pueblo hebreo y se convierte, a través de los Reyes Magos, en la manifestación y aparición de lo divino en todos los pueblos del mundo.
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