o menos que pensó Susan Homar, hija del afamado artista boricua Lorenzo Homar, era que Cuba tuviera tantos pedacitos de la persona que fue su padre. El artista, el antillano y el puertorriqueño no solo visitó la vecina isla sino que en ella creó, se inspiró e influenció a otros. Pero de esto, Susan poco sabía.
“Cuando me dijeron que Casa de Las Américas quería celebrar el centenario del natalicio de Homar le dije a mi hermana, ‘habrá que mandarle algunas obras’, pensando en completar la muestra. Cuando llegó el listado de obras tenían ochenta”, cuenta.
Fue la primera de muchas sorpresas que precedieron la visita de Susan a Cuba para presenciar las exhibiciones y conversatorios alusivos a la fiesta en honor al natalicio de su padre y visitar a las personas que allí lo conocieron.
Yolanda Wood, historiadora del arte, profesora, educadora y gestora de proyectos para el Centro de Estudios del Caribe de Casa de Las Américas, fue, según Susan, “la prestidigitadora de todo”. “Ella es un fenómeno cultural, si fuera un huracán sería categoría cinco”.
“Papi dejaba muchas de sus obras a Casa de Las Américas en Cuba cuando acababan las bienales, quería ser parte de ese diálogo que allí estaba sucediendo. Además el director era Mariano Rodríguez, un artista que papi admiraba mucho”, señala en torno al espacio que ahora lidera el poeta Roberto Fernández Retamar.
En el Palacio de Lombillo, en la plaza frente a la Catedral en La Habana Vieja, se mostró una serie de carteles y serigrafías bajo el título Homar 20/100. 20 años de creación en su Centenario.
“Fue algo bien especial porque el público pasaba por la calle y veía las obras, se interesaba, quizás encontraba puntos comunes”, relata Susan sobre la muestra que además contaba con materiales que ilustraban facetas de Homar el ilustrador, caricaturista y dibujante.
En el Taller Experimental de Gráfica cubano Homar compartió, aprendió y creó. De modo que antiguos y actuales integrantes del mismo crearon obras inspiradas en el trabajo de éste, en sus líneas y formas, en sus imágenes y -claro está- en sus letras. El portafolio que resultó de esta labor lo titularon Tributo gráfico-cubano. Taller homenaje por el centenario de Lorenzo Homar.
“Los artistas hablaron. Se estableció un diálogo entre las obras de mi papá creadas en la segunda mitad del siglo XX y la de ellos que están en el inicio de este siglo”.
El completo y bien cuidado catálogo de la muestra es para Susan, “un regalo”. “Esto ha sido pura voluntad y deseo. En un país sin tinta ni papel el trabajo que hicieron fue increíble. El nivel de aprecio y estudio para la obra, no solo de mi papá sino de otros artistas latinoamericanos, es constante”.
“Wendy Amigó fue la curadora de la obra y es jovencita. Cuando conversé con ella me dijo que llevaba siete años estudiando a Homar. Quedé atónita, aquí no hay estudios subgraduados sobre él así. Cada vez que iba a un sitio, escuchaba artistas o estudiantes hablar de la obra de papi con tanta precisión y detalle. Estaba con la boca abierta todo el tiempo”, subraya.
Entre abril y junio pasados el nombre de Lorenzo Homar fue repetido bastante en Cuba durante una plural jornada de eventos impulsada por Casa de las Américas y sus diversas dependencias así como por el Departamento de Historia del Arte de la Universidad de La Habana -en especial los estudiantes del curso Arte del Caribe contemporáneo-; y las historiadoras del arte Kirenia Rodríguez, Gabriela Ramos y Wendy Amigó.
Dentro del ciclo de pensamiento social caribeño, Ser Boricua, se discutió la obra de Homar y la de Julia de Burgos; el artista José “Pepe” Méndez realizó una serigrafía conmemorativa (Puntos… y aparte) impresa en el reconocido Taller René Portocarrero y, como parte de un taller infantil de letra e imagen, estudiantes de cuarto grado de la Escuela Juan A. Triana trabajaron el libro Cuba y Puerto Rico: de un pájaro las dos alas, entre otras actividades.
Algunos artistas cubanos, cuenta la hija, Homar los conoció durante el período en que vivió en Nueva York, con otros compartió afinidades políticas y con otros coincidió en bienales. A Susan también le preguntaban por creadores boricuas como Myrna Báez, Nelson Sambolín o Rafi Trelles, entre otros.
“Tú papá visitaba el taller de mi mamá y ella visitó el de él en Puerto Rico”, “Siéntate ahí, que ahí era donde se sentaba tu papá cuando llegaba de visita”, son algunos comentarios aún frescos en la mente de la hija del artista que marcó el rumbo de la gráfica en Puerto Rico. Sus trazos cruzaron el mar y, entre otros lugares, llegaron a Cuba.
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S
usan asegura que la muestra que ya está abierta al público en la Galería Francisco Oller del Museo de Historia, Antropología y Arte de la Universidad de Puerto Rico en Río Piedras, conserva el espíritu de la exhibida en Cuba. Una guayabera gigante influye bastante en la percepción.
“Cuando se hizo este proyecto, invitaron a (Antonio) Martorell a participar pero él prefirió que solo trabajaran los artistas cubanos o puertorriqueños que viven en Cuba como es el caso de Imna Arroyo. Decidió que mejor solo hacía una pieza para ellos. Fue una guayabera”.
La misma está confeccionada con banderines serigráficos en seda de colores que exhiben la caligrafía típica de Homar creados por Martorell para su pieza Abecedario. “En el taller en Cuba cosieron los banderines en forma de guayabera. Esa pieza te daba la bienvenida a la muestra en Cuba y acá también”, indica.
En las piezas exhibidas, ésta resalta que se aprecian “conversaciones técnicas” entre Homar y los artistas actuales.
Y hay, sobre todo, un ten con ten, un diálogo con el artista y con nuestro país. Hay, más que un tributo, un abrazo gráfico entre Cuba y Puerto Rico
“La muestra es bien interesante y diversa. Hay un diálogo de naturaleza estética bien importante. Algunos convierten la letra en abstracción, otros usan la caricatura inspirándose en fotos, hay humor, cosas populares. Hay una pieza que es una respuesta al Unicornio en la isla de Tomás Blanco con el poema West Indies Ltd de Nicolás Guillén”.
La muestra se nutre, según Susan, de litografías, xilografías, medios mixtos, “caricaturas, temas, tendencias y gestos de Homar o referencias a través de elementos afines de la cultura cubana”. “Y hay, sobre todo, un ten con ten, un diálogo con el artista y con nuestro país. Hay, más que un tributo, un abrazo gráfico entre Cuba y Puerto Rico”.
Una obra en particular le resultó más que jocosa, precisa. Se aprecia la figura de un hombre gritando: “Lorencitoooo”.
“Allá supe que está basada en un programa de televisión cubana pero se quedaron bobos cuando les dije que su familia inmediata le decía así a papi. Es como un llamado del presente al pasado”, culmina Susan.
Ojalá y Homar escuche.
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