apa a capa, la historia de nuestra Isla se entrelaza con las historias familiares y personales de los que aquí vivimos. Sin percatarnos, sobre esas capas de vivencias caminamos, construimos y destruimos un país todos los días. Millones de veces. Así imaginé la historia de los hermanos Juan Marcelo y Estéfana, aprovechando la cotidianeidad y los sucesos reales vividos por los puertorriqueños del 1925.
Los años veinte siempre han llamado mi atención. Me gustan el arrojo y la inocencia que conviven con esa modernidad que se mira con anhelo y con recelo. Confieso que poco sabía de ese periodo histórico en Puerto Rico. Saber cómo éramos, qué nos entusiasmaba o nos preocupaba en esa década, me hizo investigar. Indagar hasta dónde llegarías por encontrar una persona amada sin certezas en el camino, me hizo sentarme a escribir.
Quise que cuando te enfrentaras a las primeras líneas de este relato, sintieras que abriste la puerta a un mundo desconocido pero vivo en tu imaginación. Que escucharas los sonidos del Puerto Rico de 1925, que sintieras sus problemáticas -penosamente repetidas hasta el día de hoy-, que reconocieras sus paisajes majestuosos o sencillos y que te enterneciera su candidez y empeño. Quise que nos miráramos en ese espejo para traer de vuelta lo que merece retornar o para acabar con lo que nunca dará resultado.
Si quedaste encantado con la época, comparto algunas lecturas que me ayudaron muchísimo. Puerto Rico por encima de todo: Antonio R. Barceló, vida y obra e Introducción a la moda en Puerto Rico, ambos de Delma S. Arrigoitía; Mi escuelita: educación y arquitectura en Puerto Rico, de Ángela López Borrero; Remigio, historia de un hombre, de María de los Ángeles Castro Arroyo; Five Years of Foundation Building: The University of Puerto Rico 1924-1929, de Thomas E. Benner; La arquitectura de la Universidad de Puerto Rico: recinto de Río Piedras; de María Luisa Moreno; Sky Ships: A history of the Airship in the United States Navy, de William Althoff; Río Piedras, ciudad universitaria: notas para su historia, de Marcial E. Ocasio; Vida cotidiana de las prostitutas en San Juan de Puerto Rico: 1890-1919, escrito de José Enrique Flores publicado en las Revista ICP, año 6 #13, así como textos y entrevistas sobre la historia de Bayamón, Mayagüez y Viejo San Juan, sobre nuestra música, gastronomía, estilos de vida y transportación en la década del 1920.
Los diarios La Democracia, La Correspondencia y El Mundo redondearon mi rompecabezas histórico al pintar con claridad el espíritu puertorriqueño.
Decir que disfruté mientras creaba esta historia es poco. Gocé, aprendí e inventé durante todo este largo proceso; qué más puedo pedir. Por eso quiero agradecer a las personas que marcaron este camino: a mi esposo Norberto y a mi hija Alexia, por su amor y paciencia; a mis papás, Taty y Alfredo, por sus primeras lecturas, y a mis hermanos, Alfredo y Pedro, por sus aportaciones al texto y a la estética de este trabajo.
Gracias a Adaris García por imaginarse una portada con solo escucharme, a Odette Aguilar por la corrección puntillosa y amorosa, a Mónica Cruz por sus dotes de fotógrafa y al trío de Publicaciones Gaviota, Norberto, Ana y Cheo, por su confianza y apoyo.
Gracias infinitas a los lectores de las primeras versiones de esta historia por su tiempo, sus recomendaciones, su compañía y empatía: Ana Teresa Toro, Pedro Reina, Reynaldo López y Pablo O. Arroyo. Gracias a Luis Negrón por sacudirme la niebla del miedo.
Gracias a ustedes, lectores, quienes se regalan la oportunidad de encontrarse en este relato.
Y gracias a Juan Marcelo y a Estéfana. Ya los narré. Todo les debo, nada les debo.
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