era una cosa bien fea, la más horripilante. Y daba miedo. Y hacía daño. Tanto que al final del Padrenuestro se invocaba protección divina: “Y líbranos del malamén”.
Se convirtió en chiste entre amigos del artista Garvin Sierra la maldad del “malamén”, término que unía las palabras “mal” y “amén” al finalizar la oración del Padrenuestro. Aquí el malamén tiene forma animal, parece un jabalí, pero cuando Sierra lo colocó frente al espejo que es un canvas adquirió la conocida forma del mapa isleño.
“Es una bestia, el facoquero que es una especie de jabalí. Cuando pequeño te enseñan que la forma del país parece un cerdito y aproveché eso porque como país nos hemos convertido en una pequeña bestia; nos estamos matando, degradando y en ese contexto se crea esta imagen”, explica Sierra, ponceño radicado en Cupey.
Esta es la imagen principal de su exposición Y líbranos del Malamén, que aún se mantiene en la Sala Este del Arsenal de la Marina en La Puntilla, Viejo San Juan, hasta el 26 de enero.
Siete años llevaba en reposo mas no inactivo en el taller este escultor, grabador, diseñador gráfico y de exposiciones. Este año 2014 la situación social y económica del país lo llevó al límite y entonces hizo lo que se espera de un artista, gritó fuerte y contundente con su arte.
Lo logra con una abarcadora exhibición dividida en tres partes con recursos variados -desde la serigrafía hasta la instalación- en la que denuncia en clave de humor. Un humor limpio, ácido, efectivo abre puertas y mentes de sus espectadores para contarles lo malo y reforzar lo bueno que olvidamos como pueblo.
“Uso un elemento gráfico o un objeto de fácil lectura o reconocimiento para que el espectador comprenda el mensaje rápidamente. Pero sí hay análisis, hay una historia más allá de lo que pretendo en segundo lugar demostrar. Parte de la propuesta es que la gente analice nuestros problemas sociales y económicos desde un punto de vista más ligero; te doy estas herramientas y tú desarrolla tu análisis”.
En estos siete años estuve sin exhibir pero trabajando, creo que fue un proceso y como ser humano llegó un momento en que dije: ‘basta ya, la situación de este país hay que expresarla’
El público le ha dejado saber su opinión -el común- y el especializado. En la revista digital 80 grados, Antonio Martorell, inició su reseña sobre la muestra “Cuando llegue a joven quiero ser como Garvin Sierra” y afirman que cuando la cubana Yolanda Wood, historiadora y gestora de proyectos para el Centro de Estudios del Caribe de Casa de las Américas, visitó Y líbranos del malamén, dijo que la muestra en sí era “una autobienal”.
“Con lo de Martorell todavía estoy sin palabras”, acepta el artista, “creo que sí se está llegando al público y se está desarrollando un fin. La Comisión de Derechos Civiles ha ido dos veces a dar recorridos en la exhibición”.
Un tercero tendrá lugar este jueves 11 de diciembre, a las 6:00 p.m., en el Arsenal de la Marina.
“En estos siete años estuve sin exhibir pero trabajando, creo que fue un proceso y como ser humano llegó un momento en que dije: ‘basta ya, la situación de este país hay que expresarla’. La exposición se la dedico a un amigo de la infancia, Roy Figueiredo Ramos, a quien asesinaron en un carjacking“.
El contexto sobraba cuando creaba este cuerpo de obras y cuando los espectadores se enfrentan a la imagen que reúne distintos políticos de patio vestidos de payasos -no importa su edad- de inmediato entiende el tono y la forma.
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S
ierra disfruta atestiguar la reacción de los espectadores ante las obras durante los recorridos que ofrece en la sala. El momento cierra el ciclo, ese que comenzó en la soledad de su taller o que detonó la indignación y hasta, quizás, la esperanza.
A la entrada de la sala te recibe el famoso Malamén que reúne nuestras cualidades de bestia salvaje. En Mancha de plátano se habla de identidad y se aprovecha la savia de éste en el papel. Heces captura los recientes hallazgos tras investigaciones en suelo viequense para ubicar la llegada de nuestros antepasados indígenas a la zona que detectan trazos en antiguas heces fecales.
Roberto es una obra que indaga en cómo sería Roberto Clemente si no hubiera sido el pelotero que fue. La inspiró el hurto del bate en una estatua de la estrella del béisbol ubicada en Carolina. “Me apropio de esta imagen para pensar quién podría ser cada uno de nosotros si fuera un Roberto”.
Una máquina de pinball habla de Degradations Bonds y en El tumbe de los peluches reúne “todos los políticos que le han robado al país y están encarcelados por eso”. “El espectador puede interactuar con la máquina pero estas máquinas lo que te sacan es la ilusión”.
Si ellos fueran nosotros contempla cómo el gobierno en ocasiones ubica el pueblo en polos opuestos y “juega con el policía, con el maestro con problemas de comunicación y los enfrenta”.
A Don Germán, un billetero asesinado en Guaynabo, se le rinde homenaje en una pieza que lamenta cómo le tocó morir ofreciéndole suerte a otros. Justo esa palabra está grabada en serigrafía sobre una pared forrada de billetes con la numeración que él vendía.
En el centro de la sala, el mapa boricua está encerrado en una verja metálica para subrayar que estamos incapacitados de controlar quién sobrevuela nuestro cielo mientras que Paisajes con bohío alude a una pieza con igual nombre de Francisco Oller. En la versión de este siglo, el paisaje ha sido desplazado por la industrialización y el desarrollo. “El paisaje añorado que ya no existe”, afirma el artista que ya trabaja en la pieza Alimaña que incluirá la Muestra Nacional.
Sin Título presenta una trampa de oso que secuestra la estrella de nuestra bandera. “Nunca he visto una, tuve que mandarla a pedir fuera”, acepta entre risas Sierra, “¿quién se atreve a robarse la estrella?”. “La estrella de nosotros está en el limbo. Es una pieza que tiene muchas interpretaciones al igual que la bandera; tú reconoces los elementos e interpretas”.
…nuestro país, a pesar de todos los males, se sigue recosiendo para echar adelante
Chatarra y Remiendo son dos piezas que integran piel como materia principal. En la primera Sierra usa un carimbo de metal para marcar la palabra “chatarra” sobre el “hermoso cuero que puede usarse para una cartera de alto costo”. “La palabra se convierte en nuestra cordillera central, de ahí sale la marca de la degradación”.
Como la costura de una raíz podría describirse Remiendo ya que son distintos tipos de piel unidos con costuras. “Dejamos el pellejo trabajando en la vida, nuestra cultura está marcada por cicatrices pero nuestro país, a pesar de todos los males, se sigue recosiendo para echar adelante”, dice en torno a la piel que muestra nuestra geografía dividida según las regiones policiacas.
“Algunas personas me dicen ‘coño, me dijiste una realidad’ o ‘esa parte me entristeció’ pero en los recorridos les digo que ese cuero se convierte en la piel del jabalí, del Malamén, en ese personaje que debemos decidir si seguimos siendo o dejamos de ser hasta echar el país pa’ lante”.
Esa capacidad que poseemos de resistir y renacer como el moriviví desconcierta al Malamén. Esa yerba la bestia no la come.
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