los personajes los ven, los escuchan y hasta captan sus manías, lo que no resulta nada fácil puesto que solo existen en la mente del autor. Aún así, los ilustradores de un texto literario deben encontrar el modo ideal para contar con imágenes, formas y colores lo que las palabras narran. Cuando lo logran, la imaginación entra por la puerta ancha.
A esto aspiran ilustradores como Josué Oquendo, José Hernández o Rabindranat Díaz, quienes trabajaron el aspecto gráfico de novelas ganadoras del Premio de Literatura Infantil El Barco de Vapor que otorga la Fundación SM en distintos países de América y Europa, incluido Puerto Rico donde lo instauraron en el 2007. El ganador recibe un premio en metálico de $12 mil.
“La ilustración no es otra cosa que plasmar en imágenes las ideas que están escritas; ése es su trabajo. Puedes tener el mejor libro del mundo y si no te gustan las ilustraciones la experiencia no será buena”, detalla José Hernández Díaz, ilustrador de la novela Antrópolis, de la autora Janette Becerra, ganadora del premio en la edición 2012.
Ilustrar un texto debe convertirse entonces en una labor en conjunto. Los personajes que viven en la mente del escritor y los que imagina el ilustrador deben encontrarse en un punto común y de ahí seguir el camino juntos. En ese transitar adquieren nuevas formas, tonos, estilos.
“Antes de sentarme con (José) Rabelo hice unos bocetos de los personajes para darle mi tono, cómo los veo y los oigo además de los lugares que me describen. Quería llegar con las impresiones que me dio la historia para saber si estoy ahí o no. Y fue bien lindo porque conectamos”, comenta Josué Oquendo, artista que ilustró Club de calamidades, novela ganadora en el 2013 de la autoría de José Rabelo.
Unas criaturas eran fundamentales para la narración y Rabelo, cuenta Oquendo, había creado bocetos de cómo los imaginaba.
“A mi me gustó que él tuviera una visión porque yo, dentro de eso, pude tener la mía. Estuve fantaseando un tiempo; esto es cómo coger la imaginación, pasársela a otro y expandirla más. La ilustración le da más a la imaginación”, asevera Oquendo sobre su labor.
No siempre es amor a primera vista entre lo que proponen ambas partes. Hernández, de Antrópolis, lo atribuye a que “a veces te describen ilustraciones como escritores pero no como gente visual, entonces lo que te piden, en perspectiva, no se puede hacer como ellos creen”.
El artista plástico Rabindranat Díaz ilustró Dale la vuelta, novela de C.J. García que se impuso en el 2010.
“Mi estilo de trabajo es bien intuitivo y parte de la desinformación pero debo estar, valga la contradicción, inconscientemente consciente de quién es el lector. Yo me desvivo por la ilustración y quizás me pasa más con los libros de niños pequeños. Por ejemplo, mi niño de cinco años tiene una colección bien chévere de libros y la ventana que nos abrió vivir un tiempo en Madrid con tantas publicaciones para niños me dio un alimento visual increíble. Yo me voy por el cuento que me cuenta la ilustración porque con ellas puedes viajar mucho, además del viaje que haces con las palabras”, afirma Díaz.
A diferencia de su trabajo plástico, con la ilustración Díaz debió cumplir con fechas de cierre. “Así que te salen herramientas que uno olvida que las tiene, son tantos los referentes que uno tiene guardados y cuando hay un pie forzado empiezan a surgir. Esas cosas me ayudaron a construir el viaje en Dale la vuelta“, confiesa Díaz.
En ocasiones esa búsqueda de recursos olvidados lleva a regresar a un estilo previo como fue el caso de Hernández con Antrópolis. Con trayectoria en el entorno publicitario, al ilustrador le solicitaron en la editorial seguir el estilo que abundaba en su página web.
“Querían esa línea y esa estética”, rememora Hernández, “lo que puede ser un poquito limitante en principio pero a la misma vez estaba el reto de usar ese lenguaje para crear imágenes, más lo que yo le añadiera para crear esa estética juvenil que mezcla comic japonés con americano. Ese era el sabor para poder acercarse al lector. Siempre está la presión de hacer algo que también satisfaga a uno como ilustrador”.
Hacía tiempo que Hernández no trabajaba el tipo de línea que conforma la delineación de los personajes que ideó para Antrópolis. “El dibujo lo carga la forma aunque es bastante gráfico también. Mi estilo es bastante gráfico, con colores sólidos, formas definidas no tanto por luz y sombra sino más bien por formas geométricas y más gráficas y me dije ‘ok, hay que hacer líneas más finitas que ahora’. Tuve que definir el dibujo por la línea y ver cómo transferir ese tipo de estética al trabajo”, sostiene Hernández.
Y había que esmerarse porque si alguna generación tiene un criterio bien definido sobre las estéticas visuales, son los niños y preadolescentes actuales. Bombardeados de imágenes fijas y en movimiento desde la cuna, son un desafío tanto para el autor como para el ilustrador.
“Es bien interesante entrar en la vida de estas personitas en las que todavía hay inocencia pero están desarrollando un gusto por ver algo más, por saber más”, dice, de otra parte, Oquendo de Club de calamidades.
Las novelas juveniles son un puente entre el trabajo concebido para niños pequeños y el de adultos. “Antes, cuando dejaban de ser niños, tenían que brincar a una literatura seria de adultos. Ahora estas novelas te hacen un puente para continuar con ese hábito de lectura. El ser humano siempre está ávido de contar historias”, considera Hernández, de Antrópolis.
En el caso de Silva, quien trabajó las ilustraciones de Las aventuras de Juan Cecilio en la ciudad perdida, acepta desconocer “la manera exacta de atraer la atención de un joven hacia este tipo de mundo”.
“Tengo la sospecha que eso es algo que se tiene que cultivar desde temprano en un individuo. Hay fenómenos literarios que llaman la atención de jóvenes por un asunto de contagio. He visto que el ambiente propicio genera el interés de los chicos. Pero la juventud es una etapa muy compleja y delicada. Ahora los estímulos son mayores y con eso ya no se puede competir. El reino del libro se ha trasladado al cine y a los videojuegos. Pero en última instancia creo que el libro tiene que estar ligado o representado por un mundo visualmente potente y atractivo, esto podría ser una respuesta al mundo en que vivimos”, propone Silva quien se precia de compartir colaboración con su tío, el autor del texto Samuel Silva Gotay.
Silva se describe como pintor “en esencia” lo que le ha permitido explorar diversas técnicas y mundos. “Pero lo que he aprendido de la ilustración es que puede afear o embellecer, puede complicar o facilitar. Es casi como el rostro del libro, así como el objeto-libro es el cuerpo que contiene en sí el texto. La ilustración es necesaria para darle una identidad a ese cuerpo o al menos aproximarte a lo pudo haber sido. No es lo mismo escuchar la radio que poder ver quién habla o canta. Los que tenemos el privilegio del sentido de la vista podemos disfrutar de los beneficios didácticos o estéticos de la ilustración”, insiste.
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El primer personaje que el certamen El Barco de Vapor le entregó a los lectores locales fue Pepe Gorras. Su creadora, Tina Casanova, venció en el 2007 con la novela Pepe Gorras o la historia de un perro sin cabeza, que fue ilustrada por Julio César Morales.
“Se convirtió en un clásico, es un personaje muy querido”, afirma Diana Bernard, directora ejecutiva de SM Puerto Rico quien agrega que anualmente a la editorial llegan entre 70 y 110 manuscritos en carrera por el premio que cada año otorga un jurado distinto integrado por profesionales vinculados a la Educación, la Sociología y, por supuesto, la Literatura. Pasados ganadores siempre son reclutados a la deliberación.
La Fundación SM realiza el certamen en otros países de América latina y España. Las obras locales son propuestas para integrar eventualmente el catálogo internacional del sello y pueden ser compartidas con empresas hermanas de la editorial. Algunas cruzan a otros países como fue el caso de El amigo de Rita, de Juan Antonio Ramos, que ingresó en el mexicano. Dicha novela no fue ganadora del premio pero integra el sello Barco de vapor local que además publica historias.
“Aunque no te refieras a su flora, a su fauna o a su cultura, si escribes la realidad de un país usando su manera de hablar, el país está ahí”, indica Bernard quien agrega que resulta un reto “interesante” para un escritor la selección de la técnica literaria idónea a la hora de contar historias para los lectores de este sello.
Pone como ejemplo Las aventuras de Juan Cecilio en la ciudad perdida, novela ganadora del premio en el 2011, escrita por Samuel Silva Gotay e ilustrada por Roberto Silva.
“La novela trata una historia universal pero es contada por un niño de Yauco. La forma en que contamos, el vocabulario que se emplea, todo eso te deja saber que la historia se escribió desde Puerto Rico”, afirma Bernard.
Reforzar esto requiere estar en sintonía con las ilustraciones, descritas por la directora ejecutiva como “una pieza fundamental”.
“Tiene que llegar la historia a su destinatario con una estética que le apele. Los ilustradores que seleccionamos son jóvenes otros son veteranos y todos son talentosos; buscamos exponer el trabajo bien”.
Estos meses en que comienzan a llegar los manuscritos sometidos al certamen da pie a “un proceso bonito” en la editorial, a juicio de Bernard.
“Es significativo”, subraya la directora, “convocas autores que han estado pensando en modos de enganchar en la lectura a pequeños lectores, es un ejercicio valioso y generoso el que hace el escritor. Ocurre después un proceso riguroso en el que siempre procuramos que se contemplen visiones distintas y perspectivas diferentes al evaluar cada novela. Muchas veces, el premio ha supuesto lanzar un escritor más allá de sus posibilidades hasta ese momento. Formalizar la escritura de ese modo nos da gran satisfacción y nosotros lo celebramos con ganas”.
Además de las librerías del país, los textos del sello Barco de Vapor pueden adquirirse en la tienda virtual de SM en Puerto Rico. Este año, la convocatoria para someter textos al Premio de Literatura Infantil El Barco de Vapor en Puerto Rico culmina el 31 de julio de 2015. Para reglas e información, visite www.sm-pr.com.
NOVELAS PREMIADAS
- 2007-Pepe Gorras o la historia de un perro sin cabeza, Tina Casanova, ilustrado por Julio César Morales
- 2008-Viaje a Isla de Mona, de Mayra Montero, ilustrado por Walter Torres
- 2009- La escuelita Do-Re-Misteriosa, de Isabel Arraiza Arana, ilustrado por Verónika Chaves
- 2010-Dale la vuelta, de CJ García, ilustrado por Rabindranat Díaz
- 2011-Las aventuras de Juan Cecilio en la ciudad perdida, de Samuel Silva Gotay, ilustrado por Roberto Silva
- 2012- Antrópolis, de Janette Becerra, ilustrado por José Hernández
- 2013-Club de calamidades, de José Rabelo, ilustrado por Josué Oquendo
- 2014-El dragón dormido, de Mayra Montero, en producción
1 Comment
Preciosas las gráficas. Las disfruté en grande. El texto tengo que leerlo en cuanto me desocupe. Necesita uno días de 38 horas para leer todo lo que desea.
Una vez escribí un ensayo cómico titulado mi desgraciada vida. Lo publicaron ( REVISTA LOGOS ) y el ilustrador puso una maraquita de bebé con espinas en el mango. ¡Genial! Me hizo disfrutar más mi propio trabajo.